Comando especial

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Yo pensaba que la fórmula de comedia con parejas desparejas no estaba agotada, pero evidentemente me perdí algo. Y como ya he dicho en este sitio, y en otros medios, me resisto a usar los términos “clisés” y “lugares comunes” para definir una obra, esto parece más difícil de lo que debería.

Simplemente uno se pregunta si la escritura de un guión y su posterior realización, como la de “Comando especial”, obedece a una suerte de fabricación en masa, o si efectivamente se trata de una elección a partir de que en alguna reunión creativa ocurren diálogos como por ejemplo:

Ejecutivo 1: -¡Ey, Tengo una idea! ¿Que tal una comedia con acción sobre dos policías con características contrapuestas?

Ejecutivo 2: -¡Que buena idea! Quizás uno de ellos podría ser pedante y engreído, en tanto el otro gordito y tímido.

Ejecutivo 1: ¡Claro!! Y después le damos vuelta la cosa, y todos aprenden una gran lección.

Ejecutivo 3: -¿Que tal si agregamos como villanos a algunos motoqueros?

Ejecutivo 1: -¡Si! Y que el jefe de los canas es cascarrbia y los insulta todo el tiempo...

En fin, creo que se entiende el punto ¿no?

Nobleza obliga, esta producción se basa en la serie de TV de los '80 que acá jamás se conoció. En este sentido le doy la derecha a USA y quizás allá funcione. Pero esto es cine, no televisión.

El problema ni siquiera pasa por aplicar fórmulas ya vistas desde Abbott y Costello a esta parte. La cosa pasa por un mínimo respeto a la figura "guión cinematográfico" que, por definición, debe contar algo, y si ese algo es con personajes ayudar a construirlos. Construir su mundo, sus objetivos, personalidades, etc, sin olvidar el conflicto.

En este caso la intención parece ser paródica, empero el diccionario indica que una parodia es una imitación burlesca. De esa imitación nace el humor superficial cuyo mejor sustento y efecto cómico reside en el poder de observación. Un ejemplo a mano sería casi todo lo que Michel Fox hace y dice en “Volver al futuro III” (1993) sobre Clint Eastwood y su personaje de la trilogía del "sin nombre", de Sergio Leone. Luego, si alguien hiciera lo mismo con Michael Fox en otra película, estaríamos ante una parodia de parodia que es como el helado caliente, pues en el camino se perdería (a priori) el poder de observación sobre aquello que originariamente era el personaje a "burlar".

Por ejemplo toda la saga de “Scary Movie” (4 títulos entre 2000 y 2006), más que observar en detalle las películas que son objeto de burla parecen ser obras que sientan su base en cualquier película del trío Zucker-Abrahams-Zucker (“Y...¿donde está el piloto?”, 1981; “Súper secreto”,1984; o “La pistola desnuda”, 1989)), sólo para copiar la forma.

En este contexto es donde, probablemente sin darse cuenta, se escribió “Comando especial”, por eso aquellos espectadores que buscan humor y acción obtienen muy poco de lo uno y de lo otro. Para peor, los fanáticos de la serie en la que se basa saldrán, en el mejor de los casos, haciéndose algunas preguntas.

Hay un gag, chiste (no estoy seguro de ninguno de los dos términos) que funciona como advertencia. Luego de que Schmidt (Jonah Hill (¿qué le pasó entre “El juego de la fortuna”, de 2011, a esto?) y Jenko (Channing Tatum) deciden hacerse policías (uno por despecho, el otro porque no pudo ir al baile de graduación ¿?), su jefe los convoca a su oficina por haber roto todos los códigos posibles en un simple arresto (extraño que Ice Cube se haya prestado a estereotipar su ya estereotipada etnia en Hollywood con este tipo de producciones).

Sigo.

El jefe les advierte que va a poner en práctica un viejo programa de los ‘80 que consiste en trasladarlos a una división llamada “21 Jump Street”, que recluta a agentes que todavía conservan su fisonomía de adolescentes, para infiltrarlos en una escuela y buscar a la gente que distribuye una nueva droga que pone "de la gorra" a los estudiantes. “De la gorra” es una manera de decir. En realidad no tiene mucho más efecto que un porro con el agregado de insultar mucho como si se tuviera el síndrome de Tourette y eventualmente romper algún jarrón o sacarle la lengua a alguien.

El resto de la realización será aceptarlo a regañadientes y ver cómo los directores (sí, tiene dos) Phil Lord y Jerry Miller van diluyendo la propuesta inicial hasta lograr que ambos amigos tengan el mismo grado de discernimiento e inteligencia, que no es muy alto por cierto. Si no, ¿por qué luego de un montaje en donde el pibe cool y el gordito nerd aprenden lo mejor el uno del otro, el primero sigue tan burro como antes y el segundo agarra una pistola como si fuera una oblea de chocolate?

Así y todo, el momento gracioso es cuando estos dos prueban la droga en cuestión y sus efectos. Como si los directores les hubieran dicho “hagan lo que quieran”, mientras filma todo y compagina. Quizás el backstage de la edición en DVD tenga bastante de esto y sea lo mejor. De todos modos está más cerca de “Jackass” (seie de TV, 2000/2002) que de la comedia.

La idea de lograr una película con una mirada vintage a los ‘80 no llega a buen puerto porque en lugar de tomar los detalles característicos para leerlos hoy con humor (incluso basándose en la serie de aquellos años).

“Comando especial” termina siendo una película que podría haber formado parte del catálogo de esa época, y aún en ella no hubiera sido de las mejores. Es cierto, el público se renueva, de modo que mayores de 30 años quizás quieran pensar en otras opciones.