Comando especial

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Estamos reviviendo un cancelado proyecto de agentes encubiertos de los años 80, y lo estamos actualizando a la época actual. La gente detrás de esto carece de creatividad y se han quedado sin ideas, por lo cual decidieron reciclar mierd... antigua, con la esperanza que nadie se de cuenta de eso.

Seguramente alguno debe haber visto algún capitulo de 21 Jump Street. Esa serie en la que estaba Johnny Deep y Richard Grieco, y que refritaron varias veces en las tardes de canal 11 acá en Argentina. Era una serie de policías en donde un grupo de oficiales muy jóvenes se hacían pasar como estudiantes y combatian a los criminales en las escuelas. Al igual que otras tiras similares - ej. Patrulla Juvenil - era un producto fruto de su tiempo, saturada de pibes con look neo romantic, enormes gabardinas, sacos arremangados y aritos en las orejas. Dudo mucho que alguien clame que se trataba de un intocable objeto de culto, o que incluso lo más jóvenes tengan memoria de la tira. Como sea, lo cierto es que no se trataba del proyecto más apetitoso para hacer una remake pero el comediante Jonah Hill clavó su mirada en él, y decidió convertirlo en un vehículo para su persona. Las buenas nuevas es que la versión para la pantalla grande (llamada aquí Comando Especial) supera por muchísimo a las pobres expectativas que uno podría haber tenido de antemano; simplemente tomaron la idea de base, tiraron el resto por la borda, y se dedicaron a destilar una comedia de aquellas.

Como resulta obvio, una adaptación lineal de la serie hubiera dado lugar a algo opaco o ridículo. En cambio los libretistas - el mismo Hill, que produce y escribe, junto a Michael Bacall de Scott Pilgrim Contra el Mundo - decidieron tomar el molde de Starsky & Hutch (2004), y llevar todo por el lado de la comedia. Si bien acá hay tiros y persecuciones, todo el asunto tiene el mismo tufillo de Mi Primer Beso u Old School - gerontes que tienen la oportunidad de regresar al secundario y tomarse la revancha de sus vidas aplicando toda la experiencia que han adquirido en todos estos años -. Hill es el nerd, Channing Tatum es el atleta mujeriego; ahora las cosas han cambiado tanto que ser nerd es progre, y los deportistas no tienen tanto arrastre en el secundario. Para colmo, Hill y Tatum son unos palurdos de aquellos y, por error, terminan por intercambiar sus identidades, con lo cual el nerd debe correr como una luz en la cancha de atletismo, y el otro - que apenas puede sumar y al que le resulta imposible acordarse de memoria las 75 palabras del parlamento Miranda que debe recitar al realizar de un arresto ("Usted tiene derecho a guardar silencio...") - termina en la clase avanzada de química, rodeado de tragas que lo pasan como si fuera alambre caído.

Una de las mejores cosas de Comando Especial es que el libreto es una máquina de disparar chistes y gags, desde el cuartel policial montado en una iglesia - un concepto de la serie original, ahora condimentado con un Jesús coreano colgado de una cruz y rodeado de carteles luminosos de "sálvame!" -, pasando por las cataratas de insultos del típico capitán negro que compone Ice Cube (en un rol ideal para Samuel L. Jackson), hasta la tonelada de idioteces que hacen estos dos cuando se ven obligados a tomar una dosis de la droga experimental para no despertar sospechas. Es un script realmente aceitado que funciona de maravilla, y Jonah Hill y Channing Tatum destilan tanta gracia y química que terminan por encandilar a la platea.

El problema con 21 Jump Street es que en la última media hora se queda sin combustible. En la necesidad de atar cabos, proveer una resolución y realizar la correspondiente persecución final, la comedia se desacelera tan bruscamente que el filme casi se vuelve serio. Incluso cuando llega el momento de los cameos, los mismos carecen de gracia. El otro gran problema que tiene la película es el casting de Rob Riggle. Es un ladrillo que se cree gracioso y, lo que es peor, le siguen dando papeles en el cine. ¿Hasta cuándo, digo yo?

21 Jump Street es una gozada hasta que llega el climax; no es que el final sea terrible o arruine el filme, pero resulta una formalidad demasiado seria y algo larga. Como sea, el 90% de la película restante es más que recomendable, con lo cual invertir en un ticket para verla no será plata desperdiciada en lo más mínimo.