Comando especial 2

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

Derrape universitario

El paso del tiempo, la evolución, la graduación (¿o degradación?) de una olvidada serie de TV de los años ‘80 que sólo tuvo como mérito catapultar a Johnny Depp, en la piel de Tom Hanson. Si el original no es bueno, la remake es difícil que cumpla con las expectativas.

Eso fue Comando especial, que 25 años después de la tira madre se adaptó a la pantalla grande con la pareja-despareja de Jenko (Channing Tatum) y Schmidt (Jonah Hill), dos policías que se infiltran en una escuela secundaria.

En aquella ocasión se explotaron los opuestos (el carilindo, musculoso, mal estudiante; el otro, más torpe, estudioso, bah... el looser) y un humor donde el alcohol y sus resacas, cierta homofobia y misoginia ensambló una buddy movie para adolescentes tardíos.

El timing actoral entre Tatum y Hill es elogiable, parece que hace rato actúan juntos, sus roles se complementan como el yin y el yang, símbolo que no pasa por alto en Comando especial 2.

"No entienden que siempre es peor la segunda vez", les dice su jefe, el Capitán Dickson (bien lo de Ice Cube) al comienzo del filme. Un triste presagio para una película que sólo tiende a repetir la fórmula de la primera. Con la salvedad de que se desarrolla en un ámbito universitario, hay que desmantelar una red de tráfico de drogas y resolver la misteriosa muerte de una estudiante.

La excesiva recurrencia a la diferencia de edad entre estudiantes y falsos policías, los viajes alucinógenos, el alcohol en cantidad industrial, la genitalidad "humorística" y situaciones generacionales varias (como el picaresco romance entre Schmidt y la hija del capitán) arman un combo que ya se vio.

Se pueden rescatar las escenas de acción y la situación de celos entre los policías, ocurrente entre tanto grotesco. Jenko, aceptado por los jocks (el estereotipo del hombre atleta, fibroso, los alfa de las fraternidades) teje una exagerada amistad con Zook (Wyatt Russell), donde las semejanzas entre ellos parece un juego de seducción.

Lo mejor llega al final, con el anticipo de la tercera parte (ambientada en Rusia), que luego muestra ficticias secuelas del filme en un hospital, escuela de arte, peluquería, ¡danza!, etc. O adaptar una idea, pero con otro decorado.