CODA: señales del corazón

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

La palabra CODA en inglés es una sigla y acrónimo de Children of Deaf Adults, que puede traducirse como Hijo de Adultos Sordos, o más bien, apuntando al sentido de la definición, Hijo de Padres Sordos. Claro, la sordera no necesariamente es hereditaria y un hijo de padres sordos puede a su vez serlo o no. En el caso de la familia Rossi, con ambos padres sordos, sus dos hijos se reparten en un 50/50. Ruby es la hija oyente, única no sorda en una familia que se dedica al negocio de la pesca en un pequeño pueblito costero. Por su condición Ruby sirve muchas veces de mediadora entre sus padres y hermano y el resto de la comunidad, sobre todo en lo que hace al negocio familiar. Pero Ruby es una adolescente en plena búsqueda de su identidad y de decidir que quiere hacer con su vida. Además le gusta la música y cantar. Y parece que lo hace muy bien. Por lo menos es lo que sostiene su profesor de música y coordinador del coro del colegio al que Ruby se inscribió un poco para estar cerca del chico que le gusta y otro poco porque efectivamente hay algo de la vocación que empieza a tirar.

En medio de las clases y ensayos del coro, se hace evidente para el profesor que Ruby está para más y que una voz como la suya, si se la entrena como corresponde, puede brillar realmente. Es por eso que le propone presentarse a las audiciones para entrar en la prestigiosa escuela de música de Berklee. Esto parece una excelente noticia para Ruby en tanto oportunidad concreta de dedicarse a lo que verdaderamente le gusta, pero por otro lado la pone en conflicto directo con sus padres que cuentan con ella para sostener el emprendimiento familiar. Además de la ironía de que el objeto de su deseo se exprese en un área que no puede compartir con su familia y que esta ni siquiera pueden llegar a entender cabalmente. Es así que Ruby se encuentra en una disyuntiva que tendrá que resolver de algún modo entre su vocación y sus compromisos familiares.

CODA: Señales del corazón, escrita y dirigida por Sian Heder, es la remake de La familia Belier (2014), una exitosa comedia dramática francesa. Se trata de un film amable y bienintencionado, donde los conflictos se producen más bien por problemas de comunicación (que no tienen que ver necesariamente con la discapacidad) entre personas que se quieren y la cuestión es cómo resolverlos sin lastimar al otro ni renunciar al propio deseo

El tema de la discapacidad de algunos de los personajes está resuelto con elegancia, sin caer en la condescendencia. Por el contrario, los miembros sordos de la familia son mostrados no como víctimas ni figuras desvalidas sino autosuficientes y con personalidades fuertes. Heder no intenta que sintamos pena por ellos sino simpatía, y es también por eso que refuerza en ellos ciertos aspectos de comicidad. Ambos padres son una pareja bastante extrovertida, con algo de hippies y paletos, un poco atolondrados y testarudos pero que saben bien lo que quieren y se plantan cuando es necesario. Se pelean, se ríen, se tiran pedos y tienen sexo, una faceta que no suele ser frecuente en la representación de personas con discapacidad, incluida con saludable desparpajo.

Esa originalidad en el retrato de la discapacidad no impide igualmente que el film caiga en otros lugares comunes, esta vez del subgénero que podríamos llamar Perseguir los sueños: la duda ante el propio talento, la incomprensión y el conflicto con los padres que pretenden otra cosa, el don natural que se impone por su propia evidencia y, no podía faltar, el profesor cabrón pero involucrado que cree en la protagonista y la presiona para que de lo mejor de sí, incluso lo que ella misma no sabe o no cree que puede dar.

En la terminología musical la Coda es la parte final de un movimiento que funciona como un epílogo. La homofonía quizás no sea casual si tenemos en cuenta que el film es también un Coming of Age, donde Ruby está viviendo el final de su adolescencia y está dando cierre a una etapa de su vida para dejar de ser una niña, la niña de sus padres, y encarar el inicio de su vida adulta para lo cual debe resolver qué es lo que va a hacer acerca de su futuro.

El resultado final es una película liviana y buena onda, que afortunadamente evita caer en los vicios habituales en los temas que trata, que apuesta a la emotividad sin desmadrarse, con una historia ya vista y personajes queribles, que se deja ver con simpatía.

CODA: SEÑALES DEL CORAZÓN
Coda. Estados Unidos, 2021.
Dirección: Sian Heder. Elenco: Emilia Jones, Eugenio Derbez, Marlee Matlin, Troy Kotsur, Daniel Durant. Guión: Sian Heder. Fotografía: Paula Huidobro, Música: Marius De Vries. Edición: Geraud Brisson. Diseño de Producción: Diane Lederman. Dirección de Arte: Paul Richards, Jeremy Woolsey. Producción: Fabrice Gianfermi, Philippe Rousselet, Patrick Wachsberger. Producción Ejecutiva: Sarah Borch-Jacobsen, Ardavan Safaee. Duración: 111 minutos.