Coco

Crítica de Denise Pieniazek - Metacultura

Un conglomerado de la cultura popular mexicana

Coco (2017) es la última animación creada por el estudio Pixar, en la cual un pequeño niño mexicano llamado Miguel desea ser músico pese a la oposición familiar. El problema es ancestral, todas las generaciones anteriores a Miguel odian la música, puesto que el marido de la matriarca Imelda y su hija Coco han sido abandonadas por su marido, quien dejó a su familia para probar suerte en la música.

A partir de allí, si el espectador se permite reflexionar en profundidad acerca de las temáticas esbozadas en el film, tenemos en primer lugar una reivindicación de la mujer, como autosuficiente y proveedora del oficio y del sostén familiar transmitido de generación en generación. Lo cual no es casual en una época en donde el reclamo por la igualdad de derechos de las mujeres se hace cada vez más presente.

Por otro lado, también el contexto social se expresará a partir de la diversidad cultural e inmigratoria. Coco es una producción norteamericana que reafirma la cultura popular mexicana haciendo visible la voz de los inmigrantes latinoamericanos. Si bien el relato transcurre en México, los personajes hablan tanto el español como el inglés, enfatizando el multiculturalismo actual. Incluso, en escenas posteriores de un traspaso de espacio físico en el universo diegético, los personajes deben pasar por una especie de control inmigratorio similar al de los aeropuertos actuales. Un recurso que aporta comicidad al relato, pero que no es para nada inocente.

Retomando los aspectos narrativos y estéticos del film, es importante mencionar que posee grandes similitudes con una animación previa: El Libro de la Vida (The Book of Life, 2014), ambos relatos giran alrededor del Día de Muertos. Coco se parece a esta última tanto a nivel estético como narrativo. A nivel estético también se puede vincular ambas animaciones a la que es quizás la influencia principal en términos visuales, El Cadáver de la Novia (Corpse Bride, 2005) de Tim Burton. En consecuencia, por más que la calidad de animación de Coco es notable, no posee tanta originalidad como otras creaciones de Pixar.

La utilización de El Día de Muertos en Coco permite dividir el espacio en dos núcleos conectados entre sí a través de un puente, un plano terrenal y otro plano eterno con edificaciones ascendentes que representa el “más allá”. En ese “más allá” el pasado mexicano son sus cimientos principales, las bases de su edificación son pirámides arcaicas que remiten a las realizadas por mayas y aztecas, cuyo objetivo era justamente acercarse al cielo. En Coco hay una reafirmación de las tradiciones culturales mexicanas y quizás una crítica a una cultura popular más reciente.

En dicho sentido, puede pensarse que la fuerte crítica para con el villano en cuestión, el personaje de Ernesto de la Cruz, ídolo popular de ese México ficcional a quien Miguel admira tanto, puede leerse como una crítica a aquellos artistas populares que si bien representaban lo mexicano, sus modos de triunfar o de consagrarse provenían de modelos norteamericanos.

En la película constantemente se remite a figuras populares de la cultura mexicana: el susodicho Ernesto de la Cruz es una estrella de la música y del cine que tiene un gran parecido al real Pedro Infante. También aparecen representados de forma explícita el luchador y actor El Santo y la artista plástica Frida Kahlo, cuyo personaje aporta gran comicidad al relato. Incluso Frida llamará al perro de Miguel con un apodo similar a Xolotl, ya que este era el nombre real de su perro, el cual no casualmente remite en la mitología mexicana al Dios de los espíritus y del inframundo y que aquí será un acompañante espiritual para Miguel. También se alude a otros elementos de la cultura popular como la canción La Llorona y se nombra a las almas que ya no son evocadas en el Día de Muertos, esas que desaparecerán del “más allá”, como “los olvidados”, título también -salvando las distancias- de la película que Buñuel realizó en México en 1950, la cual hablaba sobre la marginalidad de unos niños pobres.

Por último, Coco es un relato lleno de emoción que logrará quebrar al espectador hasta las lágrimas sin dejar una sensación angustiosa, sino por el contrario ofrecerá un profundo entretenimiento. La propuesta enfatiza la importancia de las tradiciones y de la familia, pero despojándolas de sus mandatos para ofrecer a sus integrantes la escucha y el entendimiento: esa es la enseñanza que posee para el público, que como toda película de Pixar es para grandes y chicos.