Cocina del alma

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Comedia pasada de cocción

El director turco-alemán Fatih Akin incursiona en el terreno de la comedia liviana quizá con el doble objetivo de alejarse por un tiempo de los pesados dramas que acostumbra desarrollar y por otro para reencontrarse con su Hamburgo natal y con el arte culinario, tradición familiar.

Cocina del alma funciona a medias como comedia coral y muy poco como película que pretende esquivar ciertos tópicos para introducir otros porque en definitiva recae en los lugares comunes más habituales y por decirlo de alguna manera es una comedia pasada de cocción. Su galería de personajes variopintos apenas aportan algo de sal y pimienta a un plato rancio y mal aderezado por utilizar otra metáfora culinaria que se ajuste al film.

Dentro del derrotero de perdedores consuetudinarios, el protagonista de la trama es un griego llamado Zinos (Adam Bousdoukos), dueño de un restaurante a quien la crisis económica amenaza con dejarlo de patitas en la calle además de ser un acérrimo defensor de la buena comida que en tiempos de fast food le alejan clientela. La contratación de un chef gitano para elevar el nivel abre cierta esperanza, así como la llegada inesperada de un hermano Illias (Moritz Bleibtreu), medio rebelde que rápidamente transformará el lugar pero traerá aparejada una serie de contratiempos para la tranquila vida de Zinos, quien acaba de perder a su novia Nadine (Pheline Roggan) e intentará hacer lo posible para reconquistarla, pese a que su nuevo amor, una enfermera que trata su dolencia en el cuello, se interpone en el camino.

Sin dudas, se trata del film menos personal del realizador de Contra la pared, con un exagerado reconocimiento en el festival de Venecia 2009 y que por esas incomprensibles decisiones de las distribuidoras locales se estrena comercialmente cuando su destino más adecuado hubiese sido el formato DVD.

Esperamos –o por lo menos quien escribe espera- que este episodio de frivolidad del director de Al otro lado haya sido pasajero y que no se vuelva una costumbre para ganar mercado internacional.