C'mon c'mon: Siempre adelante

Crítica de María Paula Iranzo - Cine Argentino Hoy

El tiempo pasa, pero los miedos, las esperanzas y las expectativas siempre parecen ser las mismas de generación en generación, más allá que las épocas sean diversas en muchos sentidos. Ahí es donde todo ser humano se conecta con los otros y se encuentra ese lugar en común. A partir del entendimiento al otro se basa el film C’mon C’mon: Siempre Adelante, dirigida por Mike Mills (Beginners, Mujeres del Siglo XX).
Joaquin Phoenix es Johnny, un periodista de radio que hace entrevistas a jóvenes a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Un día, recibe el llamado de su hermana (Gaby Hoffmann), quien le pide cuidar a su hijo, Jesse (Woody Norman), mientras ella no está. Johnny se verá metido en un mundo de imaginación, creatividad y reflexión interna que cambiará su propia perspectiva de vida.
Desde que interpretó a Cómodo en Gladiador (2000) que es imposible sacarle los ojos a un actor como Phoenix, y esta no es la excepción. Al contrario, tres años después de verlo en Joker (2019), en este film se ve su lado más naturalista, más humano, donde sólo tiene que ser; y qué mejor forma de hacerlo que al lado de alguien como Woody Norman. El pequeño inglés de 11 años se roba la película y logra un feedback, un vínculo que se sostiene durante toda la cinta. Ellos dos conforman el centro de su propia galaxia.
Mike Mills decide sacarle por completo el color a C’mon C’mon, lo que consigue un enfoque más orientado hacia los sonidos y los diálogos que hacia cualquier otra cosa. El film también incluye la citación de varios ensayos literarios que se relacionan a su argumento e incitan una continua reflexión sobre la vida y el futuro.
Durante las casi 2 horas de película, el espectador se perderá en los recovecos de una historia que nos permitirá conectarnos, no sólo a quienes vinieron antes, sino también a nuestras generaciones futuras; tan desconocidas como esperanzadoras.