C'mon c'mon: Siempre adelante

Crítica de Héctor Hochman - Revista Cartelera

Este filme se presenta como pretencioso desde un principio, la elección de la paleta cromática, o la ausencia de ella sinceramente, digamos que el uso del blanco y negro no esta justificado en ningún momento.
Solo parece haberse elegido en función del impacto que pueda generar en relación a la calificación que le otorgarían los especialistas.
Pues en tanto construcción de relato, guión y desarrollo de los personajes no termina por estar bien definido, como que algo se quedo a mitad de camino entre el papel y el audiovisual.
Johnny (Joaquin Phoenix), es un reportero de radio en Nueva York. Su última historia lo encuentra entrevistando a niños (sin guión) sobre lo que podría depararles el futuro, como ven el mundo hoy, "¿Qué te preocupa?" “¿Cómo crees que se verán las ciudades?” “¿Qué te gustaría decirles a los adultos?”
El resultado es un poco más trivial de lo usual. Si las películas de Mike Mills normalmente aluden a la confluencia donde colisionan lo personal y lo universal, esta puede ser in-específico de una manera que se desvía hacia una clara perífrasis.
La mayor parte del metraje se centra en la relación de un tío con su sobrino al que no ve asiduamente, que por pedido de su hermana se hace cargo por un tiempo.
Recuerdo a la ganadora del Oscar a mejor película extranjera en 1996 “Kolja”, en la cual un hombre debe hacerse cargo de un niño de 6 o 7 años, cuando la madre desaparece. Pero las comparaciones son odiosas.
Ante el llamado de su hermana Viv (Gaby Hoffmann) para que se haga cargo de Jesse (Woody Norman), Johnny concurre ya que algo de esa relación se vio afectada por la muerte de la madre de ambos y esta sería una buena oportunidad de sanar la relación.
Sin excusa aparente, ella debe ir a ayudar a Paul (Scott McNary) su ex esposo y padre de Jesse, que ha sido internado por sufrir otra descompensación psíquica.
Jesse no es un niño común y corriente, para definirlo con pocas palabras, sería algo así como una Mafalda (salvando las distancias, claro), en versión varón y yankee.
Juntos emprenderan un viaje casi iniciatico, del desconocimiento entre ambos, a la desconfianza, llegando a la conjunción sostenida por el afecto.
El filme no es otra cosa, así de sencillo, pero esa grandilocuente pretenciosidad también se siente desde la banda de sonido, dos veces se escucha de manera extra diegetica, el “Requiem” de Mozart y “Claro de Luna” de Claude Debussy, piezas musicales de una belleza extraordinaria, pero que solo están expuestas de manera empática, con el solo fin de generar sensaciones en el espectador. Estas son las dos que pude reconocer, el resto de la banda musical, genera esa misma sensación.
El filme no aburre, eso debido principalmente al poder de seducción, bien entendida, de sus protagonistas, otra gran actuación del ganador del Oscar y una prometedora performance actoral del joven Woody Norman.
En realidad esta bien contada, pero de original tiene nada la idea, me viene a la mente “El Pibe” (1921) de Charles Chaplin, también en blanco y negro.