Cloud Atlas: La red invisible

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Por esa metáfora del final

La primera observación para el espectador que vaya a ver “Cloud Atlas” es que se trata de una película de casi tres horas y que tiene largos momentos en que es poco accesible. Pero esta producción de los hermanos Wachowski (los mismos que hicieron la saga “Matrix”) y Tom Tykwer (“El perfume” y “Corre Lola Corre”) deja una sonrisa al final de ese camino ríspido, complejo, por momentos caótico. Y es gracias al mensaje del cierre. Todo comienza a partir de seis historias que se van desarrollando a lo largo de cientos de años, desde 1849 hasta el 2346. Una de esas historias está protagonizada por un anciano que pretende salvar su civilización; en otra habrá un compositor homosexual que atraviesa una crisis; un aristócrata que defiende la libertad de los negros en tiempos de esclavitud; un editor que es internado en un asilo y debe soportar presiones familiares; una periodista de los años 70 que investiga un caso de plantas nucleares; y una trama futurista, en la que se luce la surcoreana Doona Bae, que encierra una crítica al sistema capitalista con una feroz mirada hacia la sociedad de consumo y las relaciones de poder. El filme va y viene todo el tiempo y es complicado seguir al dedillo cada una de las historias. Sin embargo, vale por la red invisible que une cada trama, porque hay actores que interpretan hasta seis papeles y hacen roles del sexo opuesto y porque redondea una metáfora vital para la condición humana.