Cloud Atlas: La red invisible

Crítica de Ignacio Andrés Amarillo - El Litoral

Amor y libertad, en su propia eternidad

Los hermanos Wachowski (Andy y Lana, antes conocida como Larry) saltaron a la fama con la trilogía de Matrix, donde además de exponer toda una nueva apuesta visual, especialmente en las peleas, iniciaron un camino de exaltación revolucionaria que continuó en la adaptación (de la que fueron guionistas) de “V de Venganza”, la novela gráfica escrita por Alan Moore, con su vengador solitario de quien los hackers de Anonymous han tomado la máscara.

Si para muchos “Matrix” los perdió o los hizo pensar, “Cloud Atlas: la red invisible”, basada en una novela de David Mitchell, levanta la apuesta, con seis historias en tiempos y lugares diferentes: las islas del Pacífico en 1849, Escocia en 1936, Los Ángeles en 1973, Londres en 2012, Nueva Seúl en 2144 y una isla (que podría ser la del principio) en el “106 después de la Caída” (sería 2321).

Todos los personajes están unidos por una marca de nacimiento y por una referencia a la historia anterior, un diario de viaje, una carta, un personaje repetido, una novelización, una película, un culto. Y, en la dimensión cinematográfica, por los actores que se repiten, a veces protagónicos, a veces secundarios o figurantes, pero siempre presentes: tal vez para enfatizar que son viejas almas en busca de hacer las cosas mejor la próxima vez. “Si hay un paraíso, lo imagino como una puerta”, dice Sonmi-451, uno de los personajes clave.

En cada época habrá una búsqueda de libertad y oportunidades, colectiva o individual, una ruptura con las convenciones o una salvación para la humanidad. Y si contado así parece fácil, valga la aclaración de que los relatos van superpuestos (es decir, pasa un fragmento de una y luego al de otra) y ni siquiera de manera lineal dentro de cada uno.

Tejiendo el tapiz

Para afrontar tamaña tarea, los Wachowski sumaron esta vez al alemán Tom Tykwer (“Corre, Lola, corre”, “El perfume”), con quienes compartieron la escritura y repartieron las escenas, para terminar juntando todo eso en un trabajo de gran complejidad. Las referencias cruzadas con las historias anteriores, las reflexiones de los personajes que tienen un “mensaje” para dar, son los conectores entre los diferentes pasajes, que se van organizando como un tapiz.

Si la dirección ejecuta un trabajo de gran precisión para unir todo esto en casi tres horas de no poder moverse de la butaca, acá vuelven a darse el gusto de sus escenas de violencia, desde un cuerpo cayendo al suelo hasta el comandante Hae-Joo Chang, que pelea en el futuro como el Neo de “Matrix”. La fotografía de Frank Griebe y John Toll da unidad al entramado visual. Melodías, números y nombres (sacados de libros y canciones, para el que quiera investigar) se cruzan todo el tiempo, en un detallismo poco habitual.

Rostros en el tiempo

A pesar de que obviamente los relatos son los protagonistas, el elenco se luce, con la particularidad ya descrita: la gran mayoría, tanto los grandes nombres como los secundarios, cumple algún papel en por lo menos tres de las épocas, aunque sea un cameo. Y otro detalle: muchos interpretan papeles del género opuesto o de una etnia diferente, lo que implica una gran exigencia para el departamento de maquillaje y prótesis.

Así, Tom Hanks será el protagónico Zachry, pero también personajes importantes en cada época (como el doctor Henry Goose) y algunos roles menores, como el del actor que hace de Timothy Cavendish (el personaje de Jim Broadbent, cuyos otros roles son bastante villanescos) en su filme autobiográfico. Halle Berry se lucirá como la periodista Luisa Rey en 1973 y como Meronym en la última historia, pero también como la judía inglesa Jocasta Ayrs en 1936, y como un doctor varón y coreano en 2144 entre otros roles.

Jim Sturgess será el viajero estadounidense Adam Ewing y el rebelde coreano futurista Hae-Joo Chang entre otros. Y la coreana Doona Bae, quien interpreta a la central Sonmi-451, será la muy anglosajona esposa de Ewing y una mexicana en los ‘70. Ben Whishaw tendrá como papel principal el del compositor Robert Frobisher (aunque muchos se asombraron del personaje femenino que interpreta en 2012: descúbralo usted, estimado lector). James D’Arcy interpretará al gran amor del compositor, Rufus Sixsmith, el único personaje que participa en dos tiempos, el 1936 y el 1973.

Susan Sarandon tiene a su cargo cuatro secundarios (especialmente la Abadesa). Y para los villanos, Hugh Grant y especialmente Hugo Weaving (el actor fetiche de los Wachowski) son los encargados (Weaving como la enfermera Noakes es imperdible).

Forjando el futuro

Descubrirá el lector que poco contamos de los argumentos, lo que sería ardua tarea. Dejemos aquí un par de frases que sintetizan el espíritu de la película: “Nuestras vidas no son nuestras. Del vientre a la tumba, estamos sujetos a otros. El pasado y el presente. Y con cada delito y cada amabilidad, damos nacimiento a nuestro futuro” (Sonmi-451). “El miedo, la creencia, el amor son fenómenos que determinan el curso de nuestras vidas. Estas fuerzas empiezan mucho antes de nacemos y continúan después de que perecemos” (Isaac Sachs). “Todos tenemos que luchar y, si es necesario, morir para enseñar a la gente la verdad” (Sonmi-451). “¿Qué es un océano, pero una multitud de gotas?” (Adam Ewing).