Cloud Atlas: La red invisible

Crítica de Bernabé Quiroga - CiNerd

EL MUNDO DE LAS IDEAS

CLOUD ATLAS: LA RED INVISIBLE (CLOUD ATLAS, 2012) no es una película cualquiera. Además de representar el regreso a la ciencia ficción de los creadores de la trilogía MATRIX, unir a un elenco de buenos actores y adaptar una ambiciosa novela, la nueva película de Andy Wachowski, Lana Wachowski y Tom Tykwer (CORRE, LOLA, CORRE) dividirá considerablemente a sus espectadores. Algunos la odiarán, llamándola pretenciosa, innecesaria, larga, absurda y confusa. Otros, aquellos que estén más abiertos a nuevas experiencias, disfrutarán de su osadía, originalidad, frescura y los mil elementos que hacen de ella un gran experimento cinematográfico, único y ambicioso. Después de disfrutar (y pocas veces de padecer) sus 172 minutos, no hay duda de que soy de aquellos que se dejaron fascinar por este recorrido a través de la historia de la humanidad, que intenta explorar temas como el amor, el odio, la esperanza, el coraje, la política, la injusticia, la religión, la redención, la teoría del efecto mariposa, la mortalidad, la vida y la rencarnación; centrándose en cómo acciones individuales pueden causar impacto en las vidas de otros y en cómo un acto de bondad puede replicarse a través de lo siglos, inspirando una revolución. Dije “intenta explorar” porque no siempre lo logra. La magnitud de semejante proyecto a veces le queda grande a su historia, y las intenciones de su guión tienden a perderse en tanto poderoso espectáculo. Pero si miramos atentamente (o más de una vez), podremos encontrarle cierta belleza, inteligencia y sentido a CLOUD ATLAS.
El film cuenta seis historias muy diferentes y muy separadas por décadas o siglos, pero conectadas por pequeños detalles. Si bien el interés siempre se mantiene, esos detalles pueden llegar a escapársele al espectador, creando algo de confusión. Lo que pasa es que el montaje no ayuda a esclarecer o a empalmar mejor sus muchas tramas y, en lugar de contar con algún recurso como excusa para pasar de una historia a otra, la edición funciona más bien como una Tv que cambia de canal cada tanto (como si hiciera zapping), para después regresar y seguir viendo un programa. Esto provoca que la experiencia de ver y digerir el film sea más difícil de lo que estamos acostumbramos. Sin embargo, la gran variedad de géneros en los que CLOUD ATLAS se anima a incursionar, la vuelven una película aun más exótica y atrapante, aunque rozando el pastiche. Hay un drama histórico, uno romántico, una comedia, un thriller de espionaje empresarial, una de ciencia ficción y una aventura post-apocalíptica con toques de fantasía, los cuáles le permitieron a sus directores crear una maravillosa colección de escenas oníricas, entrañables o de un delirante sentido del humor; momentos duros, impactantes y violentos; asombrosas secuencias de acción y una rica variedad de personajes.
A veces es más rara de lo que cualquiera podría soportar - en especial todo lo relacionado con Old Georgie (Hugo Weaving), un pseudo-duende maligno e imaginario que solo ve uno de los personajes de Tom Hanks -. También hay algunas historias que funcionan o se resuelven mejor que otras y algunas que casi no funcionan o desilusionan con su final, pero llama la atención cómo todas están conectadas además por dos elementos claves. Primero, el constante reciclamiento de sus actores, que vuelven a usarse sin importar que el personaje que les toque interpretar sea de otra raza o sexo. Así tenemos, de a momentos, a un Weaving oriental o mujer; a un Hugh Grant aborigen o anciano; a la coreana Doona Bae haciendo en algunas escenas de mexicana o norteamericana, entre otros. La mayoría de los maquillajes son muy buenos e incluso, en ocasiones, no se logra reconocer al actor. Pero otras veces, cuándo es demasiado obvio que es tal estrella de Hollywood con muchas prótesis en la cara, puede generar cierto rechazo. Y, en parte, es ahí donde CLOUD ATLAS dividirá a sus espectadores según esto les parezca o ridículo u original. De cualquier modo, esa es la forma que tiene el film de tocar el tema de la rencarnación, de almas que se conectan a través del tiempo y de cómo, a pesar de los miles de años que transitó la humanidad, seguimos cometiendo los mismos errores. De sus muchos temas, este (la rencarnación) es el menos explorado que posee su guión y, tal vez, funcionaría mejor sin él. Pero no hay duda de que le aporta otro gramo extra de personalidad a un producto muy distinto de toda la cartelera actual.
Otro importante elemento que ayuda a conectar sus historias es la fuerte ideología política que presenta las diferentes tramas. No hace falta mirar con atención para distinguir la manera en que CLOUD ATLAS habla en contra del racismo, de la esclavitud, del conservadurismo y de la homofobia. Tampoco teme criticar al capitalismo, a los sistemas totalitarios, a la religión organizada y al maltrato a los ancianos, al medio ambienta o a las mujeres, volviéndola una película extremadamente política, llena de capas y tan interesante como debatible. Al verla, recomiendo que deje sus prejuicios de lado. Es una película inmensa, por lo que es muy probable que encuentre ideas no muy cerradas, una o dos historias poco atrapantes, algún actor desperdiciado o mal usado, y momentos que le parezcan demasiado extraños o ridículos. Pero así como falla en algunos aspectos, acierta muy bien en otros. Sin embargo, al salir de la sala, tampoco hay que quedarse solo con su bellísima banda sonora; sus fabulosos efectos, diseños y paisajes; lo larga que fue o las buenas actuaciones del elenco (exceptuando a Halle Berry, quien no se anima a meterse de lleno o con entusiasmo en ninguno de sus roles). Quédese con sus ideas y la curiosa manera en que se anima a transmitirlas. Porque no es una película cualquiera. Es una de esas para comentar, debatir y analizar como lo hicimos y seguimos haciendo con cualquier otro osado film de ciencia ficción que nos haya volado la cabeza. Este aspira a ser uno de ellos, se nutre de ellos y, con mucho esfuerzo, podría jurar que lo consigue.