Claudia

Crítica de Mariana Mactas - TN - Todo Noticias

La película elegida para abrir la última edición del Bafici porteño, del actor y director Sebastián de Caro, es una comedia bastante disparatada y desconcertante. La historia de una extraña fiesta de casamiento, o mejor, de una wedding planner (Dolores Fonzi), que viste como una azafata y tiene modos de institutriz severa. A cargo de una celebración que la novia no quiere consumar y que parece suceder de manera anárquica. Con elementos que remiten a homenajes cinéfilos varios, desde El bebé de Rosemary a La fiesta inolvidable u Ojos bien cerrados, Claudia va y viene entre dos micromundos complementarios: el de la planner y su ayudante, y el de los invitados. Y mientras el primero es un hervidero de nervios y llamados, de recepción de quejas y decisiones sobre la marcha, el segundo va descubriendo extrañas personalidades e intenciones. A esto se suman elementos como el esoterismo y la magia.

Pero el desconcierto por sus cambios de tono, de registro (¿parodia?, ¿grotesco?, ¿suspenso?, ¿comedia cool?), se impone a la diversión real. Y la distancia, que resulta del esfuerzo por entender de qué se trata, o hacia dónde va todo esto, impide la empatía necesaria como para meterse en la situación. Hay en Claudia una búsqueda valiosa y personal, de juego con géneros reconocibles, de repaso por gustos cinéfilos. Pero la película se enreda en su propio enredo, como extraviada. Y con más impostación que gracia, termina por dejar al espectador afuera.