Claudia

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Todo evento debe tener su organizador ideal. Y Claudia es lo suficientemente obsesiva, detallista y con la autoridad necesaria para cambiar lo que haya que cambiar. Por eso, ya sea un velatorio familiar o una boda no querida, se las arreglará para lograr equilibrar los aciertos y las dificultades para conseguir una organización ideal.

La imagen de Dolores Fonzi recuerda a la Natalie Keener que Anna Kendrick encarnaba en "Amor sin escalas", la obsesiva compañera de trabajo de George Clooney, el despedidor por excelencia que viajaba por el mundo con la "santa labor" de despedir gente.

Inmersa en un mundo personal, Claudia, luego de la muerte de su padre, juega el todo por el todo en los eventos que organiza, pero si la perfección es su norte, ansiedades y caprichos pueden desbaratar un mundo que aspira a ser perfecto. Confundiendo la tarea de wedding planning con la de consultora o detective de un casamiento de excéntricos, Claudia desborda entre invitados conflictivos, novias en duda (Paula Baldini), que contrastan con novios indiferentes (Julián Kartum), o padres desconcertados (Jorge Prado)

GUIÑOS CINEFILOS
La comedia, que se enriquece con las connotaciones cinéfilas de su director, abunda en referencias, alusiones y personajes que forman parte de remedos cinematográficos de conocidos directores y que De Caro evoca una y otra vez. Así, la historia toma distintos tonos y no se remite a un solo género, fluctuando según las situaciones que se suceden. Sin embargo, un guion de escasa solidez termina por descontrolar la narración y va mellando los recursos cómicos y deshaciendo lo que pudo haber sido un buen remate escénico.

"Claudia" conserva el tono absurdo, pero no siempre su protagonista parece reconocerse en el mismo, mientras su ayudante, una eficaz Laura Paredes, es el complemento ideal de la planner en acción.
"Claudia", de un director singular, Sebastián De Caro, mantiene ciertas constantes que se presentaban en alguna de sus realizaciones anteriores ("20 mil besos"), como el tono lúdico, juguetón y alterado que caracteriza esta exaltación de un oficio muy actual, al que suele incorporarse la parafernalia de la neurosis urbana. Cuidadoso diseño de producción de un filme que mantiene alto el rubro de la estética.