Claudia

Crítica de Gastón Dufour - Cinergia

La boda del año

Lali Espósito es uno de los primeros hilos de este tejido que se abre ante nuestros ojos, interpretando una canción rockera a la que tal vez le quita algo de su esencia primaria, pero puede que le de su toque. Y es el comienzo de lo que tiene para mostrar la producción de la que les hablo en este caso. Claudia es claramente una película de y para, por sobre todas las cosas, cinéfilos. Pero este nuevo film de Sebastián De Caro rápidamente amplía sus márgenes y posibilidades y es capaz, de la mano del muy buen guion y las interpretaciones, de tomar al espectador y adentrarlo en el mundo tenso de la mencionada. El personaje en cuestión es una organizadora de eventos (más específicamente una “wedding planner”) que lleva con su ritmo firme, ejecutor, imperativo (y ayudada siempre por su fiel asistente “Pere”, como la llama dada la confianza entre ellas) las acciones, procurando sostener el ejercicio y desarrollo de una boda que siempre parece salirse fuera de su control. Y no hay nada que Claudia deteste más.

Detrás de ello, el accionar, en principio, misterioso, de los principales participantes, desde los novios, pasando por el padre, hasta el primo y la principal amiga, eleva el tono y procura, de la mano de los guiños varios al cine de terror, trabajando planos y situaciones de manera perfecta en todas las áreas. Minuciosa tanto como extremadamente obsesiva, Claudia trabaja ocupándose de tapar dolor con el trabajo de la perfección. En el medio, es puesta a prueba por sus propias falencias y lleva los límites un poco más allá cada vez.

Por suerte la película, casi como Claudia, no se deja encasillar y crea su propia identidad y fuerza, se sostiene en base a una idea que crece y no necesita de largos planos de gente silenciosa haciendo nada en un espacio abierto por diez minutos. El único artificio que necesita lo crean los propios recursos de la mencionada quien juega a buscar la verdad en modo detectivesco, el descubrimiento de un misterio donde casi parece no haberlo, en una cotidianeidad que abruma y se transforma al final, otorgando un cierre al misterio que sobrevuela sobre las cabezas de los presentes en la mansión en que el evento se desarrolla.

Respecto del elenco, todos brillan. Laura Paredes, clave como la ya mencionada “Pere”; Julián Kartún en el cuerpo del atribulado novio; Paula Baldini como la novia dubitativa; Gastón Cocchiarale como el primo con intenciones ocultas; Julieta Cayetina como la novia del anterior; y aplausos para Jorge Prado, en el rol del padre; tiene el gesto, la interpretación justa para lo que el personaje pide y es la demostración cabal (como me gusta remarcar) que un excelente casting siempre gana. O resplandece en la oscuridad, depende el momento elegido.

Minuciosa, detallista, casi como la propia Claudia, una de detectives con guiños a película de varios géneros, que los cinéfilos seguramente disfrutarán.