Ciudades de papel

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Juventud, divino tesoro

La espontaneidad de los jóvenes actores supera la medianía del relato y cierta incredulidad.

“Esta va a ser la mejor noche de tu vida”. Con semejante enunciado, salido de la boca de la despampanante Margo, de la que Quentin está enamorado desde que la vio de niño al mudarse a la casa de enfrente, el protagonista masculino de Ciudades de papel no tiene mucho margen. Margo entró a su habitación en el primer piso desde la ventana. Y no le dice qué es lo que tiene que hacer, sino que tiene que llevarla en el auto de sus padres.

Un misterio, tras otro.

Ciudades de papel (2008) es la tercera novela de John Green, anterior a Bajo la misma estrella, que es la sexta y fue su gran éxito en las librerías de todo el mundo y se convirtió en película igualmente rendidora el año pasado. Sus protagonistas también son adolescentes, y también los acompañan otros teenagers, que son como la caja de resonancia de, en este caso, Margo y Quentin.

Varios subgéneros se combinan en la trama entrelazada de Margo y Quentin. Es una historia de amor de niños, se cruza con una road movie y también confluye en un baile de egresados de la High School.

Vecinitos de Florida, Margo es mucho más madura que su vecinito de enfrente ya cuando eran chicos. El tiempo pasa, Quentin sigue enamorado de ella, pero en silencio. Hasta que un día, Margo desaparece, y Quentin y dos compañeros -uno negro y algo nerd, el otro, el típico perdedor con las mujeres- parten con un par de chicas más a buscar por la ruta a Margo.

Lo que despierta mejor el interés, si es que usted tiene más de 17 años, es precisamente esa perspectiva del salto de la adolescencia a la adultez, y de cómo las chicas son mucho más despiertas, valientes y decididas que los muchachos a esa misma edad. Ahora, si vos tenés menos de 17, ésta es tu película.

¿Por qué? Porque ayuda muchísimo no haber visto clásicos románticos de niños y/o adolescentes, de Melody a Digan lo que quieran, y porque algunas situaciones están planteadas en el guión y ejecutadas en el set como de comedia inverosímil, para la que hace falta una incredulidad natural.

A diferencia de Bajo la misma estrella, que era un drama con toques de comedia -a veces, negra-, Ciudades de papel es más comedia con toques de romanticismo, fuerte. Margo es un misterio, cierto, pero también Quentin, porque ¿qué lo lleva a seguir, descubrir y revelar pistas para saber el paradero de la chica, mejor que sus padres y hasta que la policía? ¿Se puede ser tan nerd cuando uno se enamora, tenga la edad que tenga?

Si el rostro de Natt Wolf le resulta familiar, es que ya había estado en el universo Green -era el amigo enfermo de Bajo la misma estrella-, y a Cara Delevingne, modelo devenida actriz, la verán hasta en la sopa en los próximo 18 meses en otra media docena de filmes -entre ellos, será Enchantress en Suicide Squad. La banda de sonido no se esfuerza en ayudar mucho, se diría que logra todo lo contrario.