Ciudades de papel

Crítica de Lisandro Liberatto - Alta Peli

Un agradable coming-of-age del autor de Bajo la Misma Estrella.

Papeles en el viento

Cuando entré a la sala y me senté a ver Ciudades de Papel, el único conocimiento que tenía sobre ella es que estaba basada en una novela escrita por John Green, autor de Bajo la Misma Estrella, cuya adaptación cinematográfica estrenada el último año estuvo lejos de impresionarme. Sin dudas era un punto de partida poco alentador. Pero para mi sorpresa, Ciudades de Papel resultó una coming-of-age más que agradable, con un grupo de simpáticos protagonistas, una historia que logra un buen balance entre el drama y la comedia, y ecos al cine John Hughes.

Desde el momento en que Margo Roth Spiegelman (Cara Delevingne) se mudó frente a su casa, Quentin (Nat Wolff) está enamorado de ella. Y aunque de pequeños supieron ser grandes amigos, el tiempo fue deteriorando la relación. Finalmente en el último año de secundaria las cosas no podrían ser más distintas, Margo es una de las chicas más populares del colegio y Quentin tan solo intenta sobrevivir para al fin poder escapar hacia la universidad y eventualmente convertirse en doctor. Pero una noche todo cambia. Margo irrumpe en la habitación de Quentin (Q para los amigos) y le propone unirse a ella en un recorrido de resarcimiento, en el que buscará vengarse de su novio y su mejor amiga, quienes la engañan juntos, y de todos aquellos que estaban al tanto de la situación y simplemente obviaron el problema. El plan sale tal cual lo imaginado y la noche se termina con Margo y Q más cerca que nunca. Este parece ser el comienzo de una nueva etapa en la vida de Quentin, quien al otro día se siente una persona diferente y asiste al colegio con intención recuperar el tiempo perdido con su vieja amiga. Pero Margo no aparece por ningún lado. Tampoco lo hace al día siguiente y al otro. Es entonces cuando Q comienza a sospechar que Margo simplemente no desapareció. Él está convencido de que se está escondiendo en algún lugar y que le dejó pistas para encontrarla. Por eso, junto a sus inseparables amigos Ben y Radar, intentarán resolver el misterioso paradero de Margo Roth Spiegelman. Y tal como dice el tagline del film, se perderán para finalmente poder encontrarse.

Dirigida por Jake Schreier (Robot & Frank), Ciudades de Papel es un film con más aciertos que errores, y que si bien recorre caminos que otras películas de su género supieron recorrer a lo largo de los años, al menos logra rescatar lo mejor de ellas. Sus protagonistas, Nat Wolff y Cara Delevingne, al igual que el resto de los jóvenes del elenco, resultan inspiradas elecciones en papeles que en definitiva serán los que sostienen el relato. La transformación de Quentin, elemental en un coming-of-age, se encuentra bien trabajada y gran parte de ese mérito residente en el propio Wolff. Lo mismo para Cara Delevingne, interpretando a la enigmática Margo, un personaje que parece encajar justo en la piel de la joven actriz (a quien veremos el año próximo en Suicide Squad). Schreier, de manera acertada, siempre intenta mantener a la película por la senda de la comedia, sin caer demasiado en el melodrama adolescente que se pudo ver en Bajo la Misma Estrella. Y es durante momentos como el recorrido de venganza que emprenden Q y Margo, o cuando llega la hora de investigar y descifrar la pistas, o el road-trip que abarca gran parte del tercer acto, cuando Ciudades de Papel encuentra su lugar. Sobre todo porque parece buscar inspiración en películas como Ferris Bueller's Day Off, The Breakfast Club, Sixteen Candles u otras películas de John Hughes, filmadas a mediados de la década del los 80. Algo que se termina reflejando en la construcción de algunos de los personajes y la dinámica entre ellos, o por las mismas situaciones que se irán dando a lo largo de todo el relato.

Conclusión

El mundo adolescente que se retrata en Ciudades de Papel no llega reflejar cuestiones más complejas como si lo hizo la reciente Las Ventajas de ser Invisible, ni le dará una nueva voz a una generación como si lo hicieron los films de Hughes hace casi 30 años. Pero sin dudas es un simpático coming-of-age, que funciona de lo más bien como un entretenimiento ligero y dignamente logrado, con buenas interpretaciones y una historia que por momentos parece ir más lejos de los que se podría esperar de ella. Totalmente recomendable.