Ciudades de papel

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

Efectivo romance lejos de los clichés

Desde muy niños, Quentin y Margo compartieron juegos y travesuras. Él, tímido e introvertido, va sintiendo, con el paso del tiempo, que esa amistad se está convirtiendo en amor. Ella, en cambio, fantasea con viajes interminables, con cambiar su monótona vida pueblerina y con hallar un futuro que la haga feliz. Por eso, cuando ella recluta a Quentin para una venganza, él la seguirá sin dudar.

Luego, esa joven que siempre ha sido un enigma y ahora es un completo misterio desaparece de la vida de Quentin. Con dos amigos, la novia de uno de ellos y una amiga de Margo, el enamorado recorrerá, en su viejo automóvil, kilómetros de caminos que lo conducirán desde su pequeño pueblo hacia Nueva York para encontrarla aprovechando las pistas que ella parece haber dejado cuidadosamente para asegurar su éxito.

El director Jake Schreier supo manejar con habilidad este entramado que habla del valor de la amistad y del amor verdadero. El film nunca deja de entretener y escapa a los clichés del género y eso se debe, seguramente, a que sus responsables hallaron en la novela original varias puntas para mostrar, a veces con agudeza, otras con ternura, el valor de los más hondos sentimientos humanos. La pareja protagónica (buenos trabajos de Cara Delevingne y de Nat Wolff) tiene parte del mérito. Los impecables rubros técnicos suman otros valiosos elementos para que Ciudades de papel se transforme en una cálida mirada a la necesidad de amar, de ser amado y de perseguir quimeras.