Cirquera

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

Hacia el rescate de la tradición

Los malabares de la memoria, el resabio de aquella infancia entre carpas y artistas de lo imposible. Inspiración, pasión y transpiración familiar rescatada de la mano de Diana Rutkus, la menor de un linaje circense originado allá por 1860, quien junto al documentalista Andrés Habegger reconstruyeron a cuatro manos la tradición por la diversión y el asombro.

Ella recopila archivo fílmico, fotografías y testimonios de Juan Carlos Rutkus y Elisa Riego. El, domador de leones y baterista, ella equilibrista y trapecista, quienes deslumbraron a su hija durante los primeros seis años de vida de la pequeña. Diana ensambla, con tenacidad, una historia difusa y fragmentada, sin distancia ni rigor, sino con una impronta intimista, demasiado cómplice y melosa por momentos.

La voz en off, recitada, de Diana, busca el impacto sentimental. El cometido lo logra el valioso material en Súper 8, algo desordenado, mechado con audios en cinta de 1969 donde el padre cuenta las travesías del grupo. Diana y su hermano Carlos (de gran aporte) lo oyen emocionados. Lágrimas sobran en este documental como así también varios planos detalle de los paisajes y objetos de la vivienda familiar, que amplifican silencios y por momentos fatigan un relato que sufre algunos baches.

Lo llamativo de Cirquera es el escaso aporte en vivo en cuanto a testimonios del padre y la abundancia en apariciones en cámara y palabras de la madre. Desparejo. El toque didáctico se lo da Hugo “Lalo” Crinó, el acróbata y actual profesor de escuela de circo, que compartía desde 1956-57 la rutina circense con la familia de Diana. Con simpleza, explica cómo era la vida sobre ruedas, el andamiaje de la carpa de la diversión itinerante. Todos los testimonios se matizan al compás de decenas de fotos que despiertan anécdotas risueñas.

El filme acierta en no recostarse solo en el pasado. Trae hacia la actualidad testimonios de otras familias que aún sobreviven en el mundo del circo, tal es el caso de una joven contorsionista a quien se sigue en el paso a paso de su extenso proceso de maquillaje.

Un gran hallazgo del documental son los ensayos en blanco y negro de la rutina familiar, donde se plasman los desfiles acrobáticos y las prácticas de cada número.

Cirquera sirve de ejemplo sobre cómo rescatar una tradición familiar.