Cincuenta sombras más oscuras

Crítica de Luciana Boglioli - La Capital

El show de la sumisión

Aunque las críticas estadounidenses hayan sido durísimas con la secuela de "Cincuenta sombras de Grey", no hay que quitarle mérito. Primero, porque cumple con el título en lo que a "oscuridad" refiere: hay intriga, apariciones y algunas situaciones de thriller bien logradas.

Y segundo, porque triplica la apuesta sexual con escenas más explícitas. La trama continúa con un Christian Grey arrepentido y con intenciones de recuperar a Anastasia, pero para eso deberá renegociar las bases del contrato que los unió. ¿Quién domina a quién ahora? Al principio parece que Anastasia empieza a imponerse, hasta que ciertas actitudes de Grey la desconciertan y todo se vuelve confuso y caótico.

Si bien la tensión entre los protagonistas sigue intacta, ahora ambos exploran su relación amorosa con más intensidad, y más sadomasoquismo también. Pero cuando todo parecía centrado en la "recuperación" del sádico Grey, que lucha con su infancia trágica y su capacidad para enamorarse y lograr una relación real sin puja de poderes, aparecen fantasmas del pasado que interpelarán a Anastasia.

Una de ellas es la primera "ama" de Christian, interpretada por Kim Basinger, que le pone un poco de tensión a los 116 minutos. Y otra es una ex sumisa de Christian, que no los dejará en paz.

¿Más oscuras? Sí. ¿Más esclarecedora? También. ¿Mejor que la primera? Claramente. Ah, y no se vayan antes de que terminen los títulos, se pueden ver imágenes de lo que será la tercera parte, "Cincuenta sombras liberadas", que se estrenará en febrero de 2018.