Cincuenta sombras liberadas

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Sexo, tiros y final de la historia

Si se tiene en cuenta que "50 sombras de Grey" captó la atención por la novedad y los fuegos de artificio derivados del mix amor y sadomasoquismo; y que la secuela "50 sombras más oscuras" fue aburrida como pocas, hay que decir que "50 sombras liberadas" al menos tiene algo bueno: que la historia de Christian Grey y Anastasia Steele llegó a su fin. Más allá de la ironía, el director James Foley hizo todo el esfuerzo para que este cierre de saga mantenga al espectador con cierta expectativa hasta los títulos finales (y una perlita más, después de los créditos). Porque la parejita sexy, que sigue más acaramelada que nunca, se casa en el amanecer de la película y Foley se dio cuenta que si agregaba una pizca de erotismo la película le funcionaría mejor, cosa que se logra en parte, a diferencia del filme anterior. Anastasia se resiste a ser la chica mantenida y aunque goza de ser sumisa a la hora del sexo, quiere imponer cierta rebeldía e independencia en la pareja, pese a la resistencia de su multimillonario marido. La trama troca en pseudo thriller en el momento en que el antiguo jefe de Anastasia quiere tomarse una venganza porque ella no aceptó ser seducida por él. Habrá persecusiones, un secuestro y un giro policial mixturado todo esto con escenas fogosas, primeros planos de cuerpos desnudos y una pareja hiper excitada. Pero claro, para que sea una buena película le falta una buena historia. Y como dice el tango, no hay que olvidar que estas son "sombras, nada más".