Cinco minutos de gloria

Crítica de Fernando López - La Nación

Doloroso legado de un tiempo violento

Cinco minutos de gloria vuelve -en formato de thriller- sobre las heridas aún abiertas en Irlanda del Norte

En un documental de televisión sobre el violento conflicto que en la segunda mitad del siglo XX enfrentó a protestantes y católicos en Irlanda del Norte, y en especial sobre las hondas heridas que dejaron tantos años de contienda, el dramaturgo y guionista Guy Hibbert conoció a los personajes que le inspiraron esta historia: un protestante (al que llamó Alistair Little) y un católico (Joe Griffin). El programa proponía el encuentro de homicidas con familiares de sus víctimas.

En 1975, Griffin tenía 11 años y estaba jugando solo en la vereda de su casa cuando vio que Little, entonces de 17, bajaba de un auto, se acercaba a la ventana y disparaba contra Jim, su hermano mayor, sentado en el living frente al televisor. En la realidad, la BBC propuso un encuentro entre los dos hombres para registrarlo en el documental, pedido que Joe rechazó de plano. Hibbert quiso imaginar qué podría haber sucedido si el encuentro se hubiera producido. El resultado es este film desparejo, pero interesante.

La ardua entrevista -que un equipo de TV prepara en detalle- es el eje sobre el que gira el suspenso de esta historia que mezcla el nervio del thriller con el drama psicológico. Se trata de examinar los sentimientos que han ido germinando en uno y otro durante todos estos años y de determinar si hay alguna vía posible para la pacificación.

Sentimientos

Tras el logrado prólogo que informa sobre el ambiente de violenta hostilidad que se vivía en la época y que expone secamente la escena trágica, el film se centra en los hechos actuales: un montaje paralelo muestra a cada uno en viaje hacia el encuentro marcado: los monólogos interiores, los breves diálogos de cada uno con su respectivo chofer y algunos flashbacks que vuelven al pasado ilustran sobre su estado de ánimo. Que el libreto abuse de las palabras y que Hirschbiegel no ahorre efectos para alimentar el suspenso no impide que el relato resulte tenso y bastante eficaz, sobre todo por la contención y el compromiso con que Liam Neeson y James Nesbitt asumen personajes completamente opuestos. En cambio, es bastante notorio que el desenlace responde más a la voluntad del guionista que al rigor puesto en juego en una historia que aborda temas tan complejos como la culpa, el rencor, el remordimiento, la venganza y la necesidad de perdón.