Cinco minutos de gloria

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Dotada de una visión particular, acotada, acaso íntima, de la trágica canfrontación religiosa irlandesa entre católicos y protestantes, Cinco minutos de gloria focaliza en los conflictos esenciales de sólo dos personajes, testigos y actores reales de una serie de situaciones límite que recrea el film. Sin necesidad de bucear en aristas mayores del sangriento conflicto, resulta suficiente la breve fracción temporal que en su mayor parte abarca esta pieza del sólido realizador alemán Oliver Hirschbiegel, retratando el espanto y la sinrazón de un enfrentamiento entre hermanos que sacudió y diezmó a esa región a lo largo de varias décadas. Con intensidad, convicción y fuertes ribetes emocionales el director de La caída desmenuza escrupulosamente a dos seres atormentados por las secuelas de la contienda, que desde bandos opuestos deberán volver a hacerse frente en la década del 2000, cuando treinta años atrás fueron partícipes del terror, uno como victimario y otro como víctima –aunque hijo de otro victimario-, buscando desesperadamente la sensación que describe el título.
Hirschbiegel no sólo tiene en su haber ese abordaje sobre los últimos momentos de Hitler en su claustrofóbico bunker, sino la notable e inquietante El experimento, aunque también es responsable de un flojísimo acercamiento a El usurpador de cuerpos (idea con sobredosis de remakes) en su única incursión hollywoodense. Aquí, luego de una vibrante introducción se ocupará de los sentimientos contrapuestos de ambos hombres ante un forzado encuentro televisivo, sensacionalista símbolo de la reconciliación. Miradas, gestos y palabras cargadas de tensión, angustia y violencia contenida se respiran en ese abortado segmento del film, que luego darán pie a otras situaciones de igual calibre y a una redención que asoma como imprescindible alternativa. En el auténtico duelo actoral entre Liam Neeson y James Nesbitt sale mejor parado el protagonista de La lista de Schindler ante cierta sobreactuación de Nesbitt, pero es sólo un detalle ante una obra conmocionante.