Cigüeñas

Crítica de Néstor Burtone - Otros Cines

Producción animada que no figurará entre las mejores del año dentro de este popular segmento.

Nicolas Stoller ya había dado pruebas de su valía para el humor adulto en las dos entregas de la saga Buenos vecinos, y Doug Sweetland había mostrado lo suyo en el Departamento de Animación de Pixar. La suma de ambas voluntades en la dirección da como resultado Cigüeñas, una película de animación que no está a la altura de los pergaminos de ninguno de sus hacedores.

El protagonista es Junior (voz de Andy Samberg en el doblaje original), quien durante años voló al servicio de una empresa de transporte de bebés, pero ahora, mutación empresarial mediante, hace lo propio con aparatos electrónicos. Su jefe le anuncia un ascenso, siempre y cuando antes eche a Tulip, una mujercita criada entre plumíferos que ya cumplió 18 años.

La culpa le impedirá a Junior concretar el pedido, y Tulip terminará a cargo de la abandonada oficina de pedidos de bebés. Lo que ella no sabe es que bajo ningún punto de vista debe reactivar los equipos, razón por la cual no duda en ponerlo en marcha cuando llegue la carta de un chico que, harto de la soledad, suplique por un hermanito.

La premisa es una mera excusa para que Junior y Tulip inicien un frondoso viaje pleno de peripecias. Peripecias que en su mayor parte no funcionan debido al carácter esquemático que sobrevuela a un relato de aventuras cuya principal característica es el encadenamiento de más y más situaciones y subtramas. Así, Cigüeñas es un producto menor dentro del cada día más expandido universo del cine de animación infantil.