Cigüeñas

Crítica de María Paula Putrueli - Tiempo de Pochoclos

La última película de Warner Animation Group tiene una particularidad que destaca ya que para contar la historia de un tema tan antiguo sobre cómo los bebés son traídos al mundo a través de las cigueñas, elige hacerlo bajo la dirección de un duo bastante nuevo en dirección de animación; por un lado, Doug Sweetland (realizador del corto Presto) quien debuta en la dirección y, por el otro, Nicholas Stoller (director de Malditos Vecinos) y debutante en el género de la animación.
Dentro de este contexto, la película Cigueñas supera con lo justo las expectativas iniciales sugeridas desde el trailer: los directores primerizos logran un viaje alocado en una historia que no cuenta nada nuevo, pero que logra entretener y convoca a la risa, en más de una oportunidad.

Dándole un giro a la conocida leyenda sobre la entrega de bebés, las cigueñas han cambiado de rubro y, ahora, se dedican al reparto de paquetes puerta a puerta, dentro de una super empresa llamada Cornerstore.com. Allí, trabaja Junior, quien el mismo día donde le confirman su ascenso, le asignan la tarea de despedir a la única humana que trabaja en Montana Cigueña, la huérfana Tulip, un bebé que dieciocho años atras por razones a descubrir no pudo ser entregada.

Por supuesto para dar inicio al conflicto, Junior no podrá con esa tarea y terminará complicando todo, tras un percance laboral se volverá a activar la vieja máquina que crea bebés y, es en ese instante, cuando se dará inicio a una aventura donde deberán entregar a la nueva bebé a la familia que la solicitó a través del viejo correo cigueñal.
De esta manera, entra en juego la segunda trama, una familia compuesta por padre y madre, completamente adictos al trabajo y su pequeño hijo Nate, quien desea más que nada en el mundo un hermanito para compartir sus solitarios días.
La propuesta es válida y logra su cometido de entretener, la animación está dentro de la perfección a la que estamos acostumbrados a ver (aunque luego del film Kubo, la vara se ha elevado bastante), por eso no resalta ni compone un despliegue visual que no hayamos visto antes, la paleta de colores saturadas ya la hemos disfrutado en Río (otra de plumíferos) y, seguramente, la veremos en mayor escala en la próxima película a estrenar Trolls.

El punto donde el film cae un poco es justamente en su necesidad de adrenalina constante, los personajes parecen casi siempre estar al borde de un ataque de nervios, los chistes con humor infantil en pocas ocasiones y con humor adulto en la mayoría, se entregan uno tras otro casi sin respiro. En las escenas de la manada de los lobos (un símil a las hienas del Rey León), un grupo de desquiciados mamíferos que quieren apoderarse de la bebé a toda costa, el chiste explotado hasta el fin funciona, pero como todo el film intenta seguir ese ritmo histriónico, se vuelve todo demasiado repetitivo.
Ahora bien en esta velocidad fílmica, algunos momentos encuentran el punto justo para el disfrute y la posible reflexión del público adulto, temas como el tiempo compartido entre las familias, el lugar que el trabajo ocupa en nuestras vidas corriendo el foco de lo que verdaderamente importa, la competitividad generada en el ámbito laboral, la necesidad de pertenencia y sobre todo la idea de familias ensambladas, si bien la manera que eligen mostrarlo es a través de planos cortos y cerrados, el mundo de la animación empieza a animarse a mostrar al público infantil este tipo de familias, con dos madres, dos padres, madre o padre soltera, y esa apuesta es uno de los puntos más favorables y si se quiere, emocionantes que tiene el film.
Cigueñas podría ser una película más, tal vez lo sea, pero el salpique de alegría que desborda la pantalla se impone ante algunas fallas de un guión, por momentos, algo absurdo.