Ciencias naturales

Crítica de Horacio Bernades - Página 12

Los sinuosos caminos de la identidad

Básicamente una película de carretera, con los cerros cordobeses ocupando el fondo de la imagen, la ópera prima de Lucchesi, premiada en la sección Generation de la Berlinale, tiene como protagonista a una niña que sale en busca de su padre ausente.

Personajes a los que les falta una pieza para “completarse”, dramaturgia minimalista pero transparente, actuaciones contenidas pero comunicativas y una puesta en escena sobria y cuidada caracterizan cierta “línea media” del cine independiente, que en el orden local representan películas como Cama adentro, Las acacias o Atlántida, para nombrar algunas. Ganadora del premio Generation Kplus del Festival de Berlín 2014 y parte de la Competencia Oficial Argentina del Bafici, Ciencias naturales, ópera prima del realizador cordobés Matías Lucchesi (1980), viene a sumarse a ese contingente, trabajando sobre uno de los tópicos favoritos de este middle-of-the-road cinematográfico, la busca o reencuentro con el familiar perdido.Así como en La reconstrucción (Juan Taratuto, 2013) el protagonista se encaminaba al reencuentro con su hijo, en Ciencias naturales una niña no está dispuesta a dejar pasar más tiempo sin conocer a su padre. Lila, de doce años (Paula Hertzog, que ya estaba notable en El premio, 2009) se fuga del colegio pupilo ubicado en medio de las más ásperas serranías cordobesas, vence la voluntad de ocultamiento de la madre y arrastra a una maestra comprensiva llamada Gimena (Paola Barrientos) a salir al camino en busca de quien no conoce ni el nombre. La obstinación indeclinable de Lila, que recuerda a la de algunos congéneres del cine iraní de los años 90, y el paisaje seco y rocoso, que parece corresponderse con su carácter, son los protagonistas de Ciencias naturales.Con el auto de Gimena por móvil, la película se organiza como una road movie. Pero una en la que no se sale a la ruta para vagabundear, como en las de los ’60 y ’70, sino con un objetivo preciso, una meta a alcanzar. El recorrido no es azaroso sino lineal, uniendo las líneas de puntos que llevan, sin excesivos obstáculos, hasta el padre. Sobrevenido algún aparente sin salida surgirá, como una suerte de milagro laico, una pista que vuelve a poner sobre la pista a Lila y Gimena. Integrada por un personaje endurecido y otro dolorido (Gimena es viuda), la dupla central de Ciencias naturales tampoco escapa de cierto molde previo. Cama adentro y Las acacias, para citar dos de los ejemplos mencionados, giran sobre pares similares.Como otros films recientes del cine independiente argentino –Los salvajes, La araña-vampiro, La laguna, en cierta medida la propia La reconstrucción– Ciencias naturales trata los espacios abiertos como un personaje más. A diferencia de las tres primeras citadas, donde se ingresaba en él, aquí el paisaje se mantiene en segundo plano, recordando en buena medida el de un western, donde el entorno también funciona como medida del héroe. El segundo plano es lógico, en tanto Ciencias naturales es básicamente una película de carretera, con los cerros ocupando el fondo de la imagen. Actuada con precisión por un elenco que incluye tanto a Arturo Goetz y Sergio Boris como a un magnífico (y desconocido) Alvin Astorga en el rol del posible padre –y una Paula Hertzog que más que actuar su personaje parece poseída por él– Ciencias naturales está puesta en escena con encuadres precisos, que duran lo que tienen que durar y son tan parcos como casi todos los personajes (Gimena es una excepción, justificada por su rol).El director de fotografía, Sebastián Ferrero, tuvo el tino de elegir nubes en lugar de sol. Lo cual permite no sólo una luz difusa y pareja, sino un aire adecuado para la historia. Menos en línea con la sequedad requerida parecen un par de metáforas que aluden en forma directa a la heroína: la de la germinación de la semilla y la de la veleta que queda fija y orientada. La mayor limitación de Ciencias naturales parece tener que ver con que transcurre en un único plano, una única capa de sentido en la que, de modo casi tautológico, las cosas son como son y eso es lo que son. De allí el recurso a la metáfora, cuya función consistiría en proveer a la película de esa segunda dimensión faltante.