Ciegos

Crítica de Marcelo Cafferata - Lúdico y memorioso

“CIEGOS” es el primer trabajo de ficción de Fernando Zuber, quien ya contaba con una importante trayectoria dentro del terreno del documental –con un largometraje y con trabajos televisivos como “Fotos” y “Mejor hablar de ciertas cosas”-, escrito por Leonel D’Agostino (guionista de “Porno para Principiantes” “Nieve Negra” y “Caida del cielo” entre otras) y Diego Fleischer (“Clementina”).

D’Agostino y Fleischer construyen un relato que va sedimentando en diferentes capas, trabajado desde la sutileza y dejando que, de a poco, vayamos entrando en la historia, que se presenta intencionalmente con escasa información, que se irá ampliando a medida que transcurra el filme.

Por un lado “CIEGOS” se puede leer como una historia vincular: un padre ciego y su hijo, tienen que volver a la casa familiar tras la muerte de la madre de Marco, la abuela de Juan.

La manera en que estas dos almas se relacionan es claramente particular: si bien todos en algún momento comenzamos a ser padres de nuestros propios padres, Juan asume ese rol muy precozmente. Con sus trece años debe intentar aprender a vivir con su propia libertad, pero está siempre presente el peso y la atadura de tener que ser el lazarillo de su propio padre, de sostener esa fuerte necesidad que tiene Marco de contar con él en forma permanente.

Aun con una figura paterna fuerte y presente, es una relación que se construye sobre la base de un cierto desbalance. Marco presenta una evidente vulnerabilidad que lo debilita frente a su hijo y lo hace depender de él completamente –al menos durante esta estadía en la casa familiar-, sintiéndose tentado a controlar permanentemente los actos de Juan, en una actitud lindante con la castración.

En ese mundo de oscuridad e incertidumbre en donde Marco debe moverse, aparecerán como otras de las capas del relato, ciertos problemas que se presentan respecto de los temas relativos a la herencia: unos papeles que quedan en manos de su hermano (una breve pero más que acertada aparición de Luis Ziembrowski) y que, a simple vista, parecen claramente destinados a desaparecer. La ceguera agiganta esa fragilidad que presenta Marco para lidiar con este tema y aumenta la figura aparentemente abusiva de su hermano que no es claro frente a esta situación en el manejo de la documentación.

En medio de esa tensión que aparece entre los hermanos, Juan debe tomar ciertas decisiones sin saber en definitiva dónde pararse, abriendo una nueva capa entre las múltiples lecturas que nos propone “CIEGOS” como espectadores.

Juan está iniciando además una etapa de auto descubrimiento, no sólo en su despertar sexual sino en el tema de poder desplegar sus propias alas, de sostener a su padre pero también de poder abrirse su propio camino.

Y es allí, en esa estadía en la casa de su abuela, donde en las salidas con su primo aparece el cigarrillo, el alcohol, algo de lo prohibido se pone en juego y aparecen también muy presentes el placer y el deseo, también encarnados en la figura de una amiga del grupo que parece atraerlo fuertemente.

Para completar el rompecabezas, algo del pasado emergerá, ineludiblemente, en la figura de un vecino que aporta un objeto fundamental dentro de la historia. De este modo, Juan descubrirá un secreto familiar que desconocía y las piezas, entonces, se irán reacomodando de otra manera, dando otro nuevo sentido a ese encuentro dentro de esa casa familiar.

Uno de los mayores méritos de “CIEGOS” es que el guion trabaja todos estos temas sin ningún tipo de subrayados ni diálogos que (sobre)expliquen ninguno de los acontecimientos. Zuber apuesta en cambio, a una cámara que esté pendiente de los detalles, de los gestos de sus protagonistas y del silencio compartido, que a través de las acciones y las diferentes situaciones, se vayan desplegando los conflictos y las tensiones entre los personajes, sin necesidad de explicitarlo con demasiadas palabras.

Pero también cuenta, además de ese guion trabajado artesanal e inteligentemente, con dos excepcionales trabajos a cargo de Marcelo Subiotto y Benicio Mutti Spinetta.

Con este trabajo, Subiotto (con participaciones en “La luz incidente” “El bosque de los perros” “Familia Sumergida” y las recientes “La Deuda” y “La afinadora de árboles”) vuelve a reforzar la idea de que es uno de los mejores actores de su generación y se reencuentra con Ziembrowski con quien han hecho un magistral trabajo teatral dirigidos por Daniel Veronese, “Encuentros breves con hombres repulsivos”, de lo mejor de la presente temporada.

Benicio Mutti Spinetta construye a su Juan con absoluta naturalidad y la simbiosis que presenta con Subiotto es intensa, cuidada, completamente verosímil.

“CIEGOS”, si bien presenta diferentes entramados por donde abordarla con diferentes cuestiones y temáticas, coincide en presentarlas a todas ellas con una mirada sensible, comprensiva para con sus personajes y contenedora. Logra retratar sin estridencias, un momento de grandes cambios: más notables para ese futuro que construye Juan y más calmos pero no menos importantes para un encuentro con su pasado, en la historia de Marco.

POR QUÉ SI:

«Zuber apuesta a una cámara que esté pendiente de los detalles, de los gestos de sus protagonistas y del silencio compartido»