Chubut, Libertad y Tierra

Crítica de Yaki Nozdrin - Visión del cine

El director Carlos Echeverría presenta Chubut, libertad y tierra, una suerte de «falso» documental que se focaliza, entre otras cosas, en la apropiación de tierras en la provincia de Chubut.
Para contarnos estos acontecimientos, Carlos Echeverría se posiciona en la figura de Nahue (Mariana Bettanin), una joven que emprende un viaje hacia El Maitén para indagar en la historia de su abuelo, Juan Carlos Espina, quien se desempeñó como médico y también como diputado por la UCRI durante la década de los 60 -y además impulsó la reforma agraria en aquella región-. La ¿protagonista? recorrerá parte de la Patagonia junto a Fernanda (Pilar Pérez), quien nos orientará en los datos más duros sobre aquella época.

Si bien en un comienzo parecemos estar frente a una road movie, donde vemos a Nahue tratando de reencontrarse (de una manera espiritual) con la figura de su abuelo, con el correr de los minutos comprenderemos que Chubut, libertad y tierra va más allá. La película no sólo pone su ojo en la figura de Juan Carlos Espina sino que, a partir de él, abrirá la puerta para poner énfasis a la persecución contra los pueblos originarios para apropiarse de sus tierras.

La trama se desarrolla principalmente a través del método de voz en off. Como si de una clase de historia se tratase, Nahué irá relatando punto por punto durante los casi 120 minutos de duración. Chubut, libertad y tierra además cuenta con imágenes y audios de archivo, que se van complementando con el relato. A esto se le suman también los testimonios de las personas que de alguna u otra manera fueron cercanas al doctor Espina.

Pese a enfocarse en el pasado -principalmente en la apropiación de tierras por parte de grupos poderosos-, la nueva propuesta de Carlos Echeverría también pone el ojo en la actualidad. El cineasta destaca las figuras de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, dos jóvenes que fueron asesinados mientras luchaban por los derechos de los pueblos originarios.