Che, un hombre nuevo

Crítica de Rosa Gronda - El Litoral

De lo mítico a lo humano

Más de doce años demandó la realización de esta película documental que se enfrenta al desafío de entregar una mirada que no sea reiterativa sobre las otras películas y libros dedicados a un personaje definitivamente instalado en la mitología contemporánea como Ernesto Guevara. Bauer y Scaglione se tomaron un respetuoso tiempo no sólo para recopilar material inédito, sino también para estudiarlo, seleccionarlo y adaptarlo en un guion minucioso.

En los 125 minutos que dura el documental, se develan múltiples facetas del Che, desde filmaciones familiares de su niñez en Alta Gracia junto a sus padres, su infancia marcada por el asma, sus viajes juveniles por la Argentina primero y luego por América Latina, su decisiva participación en la revolución cubana, sus viajes diplomáticos, sus contradictorios lazos familiares, su fallida experiencia en el Congo (uno de los aspectos menos conocidos) y su trágico desenlace en Bolivia.

Se deduce la dificultad en la construcción del guion para hilar todo este material disperso, donde subsisten varios planos narrativos: se puede encontrar al Che íntimo en las fotografías de su boda o con sus hijos pequeños... pero a la vez aparecen documentales de la época, con imágenes tomadas por camarógrafos profesionales; también están las filmaciones familiares, realizadas con una cámara ocho milímetros, textos escritos de su puño y letra, filmaciones de noticieros en color de lugares donde estuvo. Es decir, toda una combinación de texturas y de fuentes sobre las cuales se construye una cuidada y prolija edición.

La voz de Bauer aparece como narrador, guiando de alguna manera el camino del documental, pero todo está construido desde una primera persona que alude al Che, pues son sus textos (sus palabras y su voz) la armazón de la película misma. Su sobrino, Rafael Taco Guevara, también medico, asmático y con acento argentino-cubano es quien le infunde aliento a los textos que no tienen respaldo sonoro y que la cámara recorre a veces sobre la misma caligrafía de los cuadernos.

También está la voz directa del Che en fragmentos elegidos entre unas doscientas horas de registro sonoro. Ahí el gran hallazgo del documental es recuperar el tono personalísimo alejado de la

impostación del discurso político, cuando el Che recita “Los Heraldos Negros” del poeta hispanoamericano César Vallejo. El documental recupera el sonido íntimo, profundo del sonido de su voz, grabado en la cinta magnetofónica que le dejara de recuerdo a su esposa.

A la altura del personaje

El Che además de ser un profundo lector, escribía continuamente y de una manera muy particular. Siempre llevaba consigo una libreta en la que tomaba notas. Si bien era un combatiente, estaba permanentemente pensando la realidad, y su acción estaba precedida por una reflexión muy profunda hecha palabra. En medio de situaciones de persecución y riesgo constante en la selva, se hacía tiempo para llevar un diario personal. Esa perspectiva que eligiera el escritor Julio Cortázar para imaginarlo en su cuento “Reunión” incluido en “Todos los fuegos el fuego”, es similar a la que busca transmitir la película de Bauer, también admirador de Cortázar de quien ha realizado un excelente documental.

Así, el film refleja esa capacidad de reflexionar y escribir sobre la realidad, con sorpresas y hallazgos como el de un cuaderno manuscrito comenzado en 1965 en Praga y luego retomado en Bolivia, que es una crítica del Manual de Economía Política marxista con el que estudiaban los jóvenes cubanos (llama ladrillos a esos manuales soviéticos que no admiten pensamiento propio).

Pero también el film busca comentarios más personales donde encontramos que el Che comenta sus miedos, sus fantasías sobre la muerte, el dolor por la pérdida de su madre, cuando estaba combatiendo en el Congo. Allí el montaje nos da una de las imágenes más emotivas y una de las pocas en que utiliza el color.

Sin duda, lo más atractivo del film son los textos, las fotografías inéditas, archivos personales de la familia Guevara, nunca antes vistos. Lo más discutible del documental de Bauer radica quizás, en cierta glorificación (surgida de una genuina admiración) pero que quita por momentos la posibilidad al espectador de construir su propia subjetividad y perspectiva. Aun así y a pesar del relato sesgado sobre las aristas más polémicas en las que no le interesa indagar, la película es valiosa e interesante.