Che, un hombre nuevo

Crítica de Blanca María Monzón - Leedor.com

Che un hombre nuevo le permite al espectador acercarse, tanto a la vida como a la obra, de una de las más importantes personalidades contemporáneas: Ernesto “Che” Guevara, un mito perteneciente a la historia de nuestra querida y vapuleada Latinoamérica.

“Seamos realistas... Soñemos lo imposible... Che Guevara... La lucha de un hombre, por hacer realidad el sueño de un hombre nuevo.

En una entrevista que le realizó Carmen Guarini en 1995 (Revista film Nº 14), Fernando Birri recordó que en ocasión de una visita de Francis Ford Coppola a San Antonio de los Baños (Cuba), el director dejó un graffiti que decía: “Art Never Sleeps” (el arte nunca duerme) y él agregó: “Pero sueña con los ojos abiertos”.

Soñar, sí, es una condición propia del cine, pero con la mirada puesta en el entorno. Porque el cine es también, testimonio y documento, aunque a veces nos duela.

Las imágenes, que nos ofrece Bauer en este film, no sólo ofician de pruebas, en beneficio de una argumentación, que yace en el imaginario político- social de la humanidad, y, que reconoce en el Che, algo más que un ícono, sino a un modelo de hombre, al que millones de seres humanos aspiraron, aspiran y aspirarán convertirse. Sino que además nos ofrece el testimonio político y la ética de su creador, quiero decir, su medida política e ideológica.

Bauer construye un film ante todo poético, que nos muestra al Che por el Che, que da cuenta de un Che culto, apasionado, un teórico de la revolución y al indiscutido “revolucionario” del siglo XX.

Indiscutido desde su entrega total a un ideal. Y lo hace con una inocultable tendencia épica.

El documental aborda un espacio historiográfico, que los llevó a filmar en Argentina, Perú, Bolivia y Cuba, tras doce años de investigación. Donde se muestran por primera vez materiales pertenecientes al orden de lo privado, (de Aleida March, esposa del Che), tales como películas caseras, cintas magnetofónicas, textos, cartas y fotos familiares, los cuales habían trascendido, solamente en ámbitos muy cerrados. Materiales militares facilitados por el presidente de Bolivia, Evo Morales, sumados, a una recopilación sin precedentes de lo existente.

La imagen que se construye no es la de un soñador utópico, ni la del héroe legendario, menos obviamente, la de un aventurero listo para la lucha, por la lucha. Por esto Bauer elige para narrar su historia, la forma de una biografía personal, donde el relato es abordado a través de la propia palabra del Che inscripta en los innumerables textos, que escribió durante toda su vida, aún en las circunstancias más adversas. En ellos esta presente su necesidad de escribir, de leer, de reflexionar, su pasión por la poesía y su coherencia entre el pensamiento y la acción.

El objetivo de presentar al Che por el Che a través de su propio discurso escrito u oral, remite a mostrar no sólo al hombre de acción, ni al joven de la aventura iniciática, sino que da cuenta de un hombre con un pensamiento profundo, de una persistente búsqueda intelectual, y de una aguda percepción de la realidad pasada, presente y futura.

Martí aspiraba a que con la cultura, la educación, la inteligencia y la bondad el hombre fuera más feliz y pudiera alcanzar los planos más altos de la condición humana. ¿Se trataba de una utopía? Utopía fue y es también, la larga evolución de la historia natural que nos condujo a ser hombres y mujeres, y todos llevamos con nosotros, la aspiración utópica, que nos hace a veces ceñirnos a aquella estrella, que nos ilumina y nos mata, y eso es absolutamente humano y puede aplicarse no sólo al ámbito de lo político

La idea de alcanzar a ser un hombre superior – que el Che lo formula como el hombre nuevo– tiene fundamentos científicos. Hay que basarse en lo que existe y en lo que se aspira a que exista para confirmar la certeza de lo que podemos alcanzar. Hay que situarla como germen esencial de las ansias de mejoramiento universal del hombre; ha de fundamentarse tanto en su carácter ideal como en el análisis de sus posibilidades. Ciencia y utopía, he ahí la dialéctica que no suele entenderse por los metafísicos, ni tampoco por los pragmatistas anclados en los aspectos más superficiales de la práctica humana.

En América Latina y el Caribe existe una tradición intelectual que exalta la utopía. Esto está presente en nuestros próceres y pensadores desde Simón Bolívar en adelante. Y sin lugar a dudas el Che pertenece a ese linaje.

Lo que hacen Bauer y Carolina Scaglione, (como co-guionista e investigadora del mismo) es deconstruir la figura mítica, para construir al hombre: niño, adolescente, hijo, padre, marido, compañero, aquel que susurra versos de Los Heraldos Negros de Vallejo y Neruda o aquel que cuenta, que sólo lleva consigo, el pañuelo de gasa de su mujer y el llavero de su madre.

A diferencia de una ficción, que siempre nos ofrece el espacio conjetural de la metáfora, en el documental tenemos constancia de cómo ven o miran los realizadores a sus congéneres, ya que éste es: el registro de esa mirada. El estilo de Bauer, que vuelve al mejor Bauer posee también la cualidad ética de dicha perspectiva.