Charlotte

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Al cine le ha maravillado por siempre abordar la temática de las divas descartables. Desde el inolvidable y decadente personaje ficticio de Norma Desmond en “El Crepúsculo de los Dioses” y retratos descarnados más recientes como los de Annette Bening para “Conociendo a Julia” y “Las Estrellas de Cine Nunca Mueren”. En esta ocasión, el director patagónico Simón Franco toma el molde de las femme fatale clásicas de los años ’70. Para dar su mirada acerca del glamour perdido, una serie de fotogramas mentales que traen a nuestra memoria la nostalgia del cine dentro del cine, cobran vida para manifestarse acerca de la fragilidad femenina que sufre el paso del tiempo. Al frente del reparto y eje argumental, encontramos a la reconocida actriz, recientemente galardonada con el galardón a la trayectoria en los Premios Goya, quien se luciera en films ibéricos claves de los años ’80 como “Demonios en el Jardín” y “La Sala de las Muñecas” y llegara a trabajar a las órdenes de grandes como Pedro Almodóvar en “Carne Trémula” (1997) o Bigas Luna en “Lola” (1986). Con complejidad, y valiéndose del amplio abanico emocional que Molina es capaz de representar, “Charlotte” indaga, no sin cierta dosis de extravagancia, en la cronología propia que tan cruelmente la industria impone a la hora de desechar al olvido a sus otrora estrellas.