Charlotte

Crítica de Daniel Cholakian - Subjetiva

Charlotte es una diva olvidada por el mundo del cine. Por las noticias que su amigo Lee le recorta cada mañana -con un método tan ridículo como obsesivo- se entera que el director con quien construyó su lugar en la historia del séptimo arte, llegará a filmar en Paraguay. Ellos viven en Buenos Aires, de modo que ella empuja a su amigo oriental a viajar hasta Asunción en un muy bien equipado motorhome, digno de su divismo. Una vez allá deberá encontrar al viejo cineasta a punto de retirarse, para convencerlo de que ella debía protagonizar su última obra.

La película no es una tradicional road movie, pero si es una comedia de viaje. El viaje que es físico, a través de las rutas guaraníes, y en el tiempo, del pasado al presente; es una película que cuenta el antes y el después, que propone tener una mirada desde el presente sobre aquellos lugares del tiempo en el que fuimos más bellos.

Simón Franco Boca de pozo (Tiempos menos modernos) propone una comedia que atraviesa el género con humor negro, el absurdo, la comedia de enredos tradicional y la comedia dramática, manteniendo siempre con una mirada empática con sus personajes: gentes perdidas en un mundo que no es como cada una sueña. Ni el de Charlotte ni el de quienes la acompañan.

De allí que la película sea un viaje, una manera de salir de la quietud, correrse del lugar ganado en la historia del cine, escapar del encierro en un altillo oscuro, huir de la quietud en una barcaza sobre el río o romper con la inmóvil lógica de la publicidad. Charlotte, Lee, Elena y Ana necesitan subirse a algún motorhome para ir hacia otro lugar personal. Ni mejor ni peor, pero si absolutamente vital.

Lo quieto y lo móvil, lo cerrado y lo abierto, lo oculto y lo luminoso, el antes y el después, esos son los pares que se relacionan dialécticamente en la película. A partir de esas oposiciones Franco sabe construir lo plástico, lo temporal y lo espacial. El viaje es una manera de romper con cada uno de los lugares donde Charlotte, y el resto de los personajes, parecían estancados.

Una de las apuestas interesantes de Charlotte está en la elección de Ángela Molina, que es ella misma una diva, una actriz dueña de una presencia magnética con una importante historia en el cine. Lejos de estar en el olvido, Molina tiene esa potencia protagónica que Franco aprovecha. Ella es siempre el centro de la trama, mientras un grupo de muy interesantes personajes orbitan a su alrededor. Y si la actriz atrapa la mirada del espectador, el personaje lo captura afectivamente. Con Ángela Molina la película tiene la protagonista perfecta.

Charlotte es una comedia sobre personajes, pero también sobre el cine y sobre Latinoamérica. Como el cine y como nuestra región, lo ficticio se hace real y el más absoluto realismo es a menudo un disparate. Simón Franco, entendiendo de qué se trata, saca buen rédito del inverosímil cotidiano suramericano como de los sueños imposibles de las Diosas de las pantallas.

CHARLOTTE
Charlotte. Paraguay / Argentina, 2020.
Dirección: Simón Franco. Intérpretes: Angela Molina, Ignacio Huang, Lali Gonzalez, Fernás Mirás, Gerardo Romano, Belén Fretes, Nico García Hume. Duración: 79 minutos.