Chappie

Crítica de Hernán Khatchadourian - Diario Popular

22, el robot loco

En su nueva película, el director Neill Blomkamp vuelve a incidir en el género de la ciencia ficción con un robot que recuerda a los grandes exponentes del cine de los '80

Hace unos 6 años, el director sudafricano Neill Blomkamp saltó a la fama gracias a que uno de sus cortos de ciencia ficción, Alive in Joburg, con el que captó la atención de los grandes estudios de Hollywood.

Con Peter Jackson –director de las sagas "El Señor de los Anillos" y "El Hobbit"- como mecenas, Blomkamp entró por la puerta grande al cine del género con Sector 9 (District 9), una alegoría high tech de la situación que hasta una década y media antes había vivido su país con respecto a la tensión racial, aunque en esta ocasión el conflicto surgía entre los humanos y una raza de refugiados extraterrestres.

Luego llegó Elysium, un opus protagonizado por Matt Damon que, quizá con más pretensión que corazón, interpretaba la realidad de las últimas décadas trasladada a un futuro cada día más cercano.

Se dice en general que la tercera es la vencida, por lo que Blomkamp ha decidido, para su nuevo film de estudio mantener el género, y de esta manera Chappie se ha transformado en una realidad.

Sin embargo, esta película, a pocos minutos del inicio, da la sensación de que -salvo por los fascinantes efectos especiales- el espectador vuelve treinta años al pasado. Y no es porque el guión falle o los actores sean muy viejos, sino porque Chappie remite inmediatamente a las películas de robots y cyborgs que llenaban la estanterías de los videoclubes en esa época, con especial énfasis en Robocop y Corto Circuito.

Vamos por partes.

La historia del filme cuenta cómo la policía sudafricana comienza a depender de una serie de androides construidos por la multinacional de turno (que dirige una muy bien conservada Sigourney Weaver), que les sirven como "carne de cañón" en sus asaltos a los nidos de criminales que han infectado el país. Hasta ahí todo muy Robocop.

Sin embargo, uno de esos androides –separado para ser compactado debido a sus daños- es robado por una banda de criminales que lo necesitan para que les ayude a reunir 20 millones de dólares que deben pagarle a un jefe mafioso local. En este marco, un joven diseñador de androides (el ascendente Dev Patel) logra crear un programa que infunde conciencia en las máquinas y decide probarlo en la unidad 22, a quien bautiza Chappie. Desde ese momento, la unidad deberá aprender todo desde cero, como si se tratara de un niño, con la gracia de que adopta a los criminales como una familia. El hecho de que la unidad sea 22 y su nombre no tiene nada que ver, eso sí.

Esta vuelta de tuerca en la historia, que recuerda con creces al Johnny 5 de Corto Circuito, le da un giro humorístico al guión que retoma en algunos momentos la trama de la mano de un villano algo diluido interpretado por Hugh Jackman.

Sin embargo, Blomkamp se las ingenia para mantener la atención en todo momento, ya sea por las secuencias de acción, por su notable capacidad para trasladar la realidad al ámbito de la ciencia ficción o bien por la increíble interacción entre los actores de carne y hueso y los efectos digitales.

Chappie no logra alcanzar el nivel de originalidad de Sector 9, pero la buena combinación de todos sus ingredientes da como resultado una película divertida, con sentimientos y sobre todo, con un mensaje.