Chango, la luz descubre

Crítica de Pablo De Vita - La Nación

Seguramente cualquier cinéfilo conoce La historia oficial y El secreto de sus ojos, quienes son sus respectivos directores, sus premios Oscar, e incluso pueda dar detalle de sus elencos con nombres referenciales del cine argentino. Pero muy pocos recuerdan al fundamental equipo técnico del cine, incluso dentro de la propia industria.

En tal sentido, la trayectoria de Felix “Chango” Monti, merece destacarse como uno de los que forjó con maestría la imagen del cine nacional. Su talento para la fotografía cinematográfica se amalgama a apellidos indispensables del cine argentino como Jusid, Puenzo, Solanas, Bemberg, Stantic, Olivera, Barney Finn, Martel o Campanella, e incluso a la seductora imagen de En la ciudad de la furia, que en blanco y negro retrató Buenos Aires para Soda Stereo. Suma la ópera, el teatro y el ballet donde también se destacó su sensible mirada a la luz.

Con inocultable cariño y admiración las fotógrafas Martín y Rizzi bucean en los recuerdos del gran maestro de voz susurrante apoyadas en el contexto de filmación de Mamá se fue de viaje y de la puesta teatral de La farsa de los ausentes, para compartir testimonios de colaboradores, profesionales y parientes, como las hermosas anécdotas de su hermana Poli. Por momentos, tantas “cabezas parlantes” atentan un poco contra el homenaje en vida a tamaño hombre de la imagen, pero –huelga decirlo- todo queda chico ante la iluminada mirada del “Chango”, que merecía este tributo para dar a conocer su “sentido del cine”.