Chango, la luz descubre

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

"El Chango es un pintor", dice Fernando “Pino” Solanas al inicio de Chango, la luz descubre. El Chango es Félix Monti, uno de los directores de fotografía argentinos más importantes de la historia. Formado como aprendiz en los estudios durante la era de oro del cine argentino, empezó a iluminar en comerciales junto a Luis Puenzo en los años '60. Desde entonces no paró, dibujando una trayectoria que incluye trabajos con los directores y directoras más relevantes del último medio siglo.

Colaborador habitual del mencionado Pino Solanas, María Luisa Bemberg, Lucrecia Martel, Luis Puenzo, Lita Stantic, Juan José Campanella y Ariel Winograd, entre otros, El Chango participó en innumerables películas icónicas del cine argentino, siempre adecuándose a la mirada del director y a los requisitos del relato. Incursionó también en el teatro, otro rasgo de la versatilidad de este hombre nacido en 1938 y que acaba de recibir el Premio Astor Piazzolla a la trayectoria en el reciente Festival de Mar del Plata.

El documental de Alejandra Martín y Paola Rizzi evita el registro biográfico tradicional –aquel que recorre las principales postas de la vida del personaje de turno– para centrarse en la faceta laboral, en la construcción de la mirada y los secretos del oficio. Lo hace no solo a través de declaraciones del propio Monti y de quienes trabajaron con él, sino mostrándolo en plena colaboración durante el rodaje de Mamá se fue de viaje, de Ariel Winograd, y los preparativos de la obra La farsa de los ausentes, junto a Pompeyo Audivert, en el Teatro San Martín.

Su tono bajo y monocorde, la paciencia para transmitir sus ideas, el conocimiento perfecto de la distancia que muchas veces hay entre la imagen filmada y lo que se ve en el rodaje y la escucha atenta, casi con devoción, del resto de los equipos técnicos definen los contornos de un personaje que, a sus ochenta y pico de años, conserva la fineza ocular de un veinteañero. La película, entonces, como un homenaje alejado del bronce, como un ojo que observa sin inmiscuirse a uno de los grandes talentos de la industria nacional en plena acción.