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Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Irregular catálogo de postales del centro porteño

Según aclaran gacetillas y panegiristas, este documental registra dos días de actividad en y alrededor de Florida y Lavalle. Conviene saberlo, porque la obra no va de lo general a lo particular como haría una exposición clásica (para el caso, desde unos planos generales que nos ubiquen en las calles de referencia, ir derivando hacia determinados rincones, personajes, y objetos), sino que arranca con una sucesión de particulares desparramados a manera de puzzle, y cuesta un poco entrar en tema. Tampoco se distingue fácilmente la sucesión de los días, y hasta parecerían faltarle piezas al puzzle.

De a poco nos ubicamos. Reconocemos el piso de Galería Güemes, un club de Reconquista, el Registro Civil de calle Uruguay, un lado del Obelisco, antiguas firmas comerciales, afiches y carteles de hace poco, pero nunca la esquina de Florida y Lavalle. El autor procura «evitar lo obvio», circunscribirse al estricto método «observacional». No importa, pese a ciertos antojos de estilo y persistentes desinformaciones, una exposición se hace presente.

Así, chucherías de venta al paso alternan con el interior de una tienda fina, obsesivos pregones suenan más que los recuerdos de un peluquero en cuyo sillón otrora se sentaban grandes figuras, dos veteranos evocan las salas de la que fuera «la calle de los cines» mientras en la vereda del Iguazú un pastor obeso arma su número con un posible incauto, más allá alguien revierte nobles refranes, y desde la Bolsa de Comercio un joven al teléfono sugiere elegantemente que «hay muchas voluntades que piensan que va a subir». Con ese entorno, dos españoles buscan agitadamente una cartera extraviada, alguien se casa, un violinista en silla de ruedas interpreta «El cisne» y apenas una persona se detuvo a escucharlo, la calesita de Harrods gira sin niños, un viejito camina despacio cuesta abajo mientras empiezan a sonar los cohetes previos a un fin de año. Por ahí anda el relato, como se dice. Y por su oficina anda doña Rosita, de la Asociación de Amigos de Calle Florida, señalando con voz dulce y algo temblorosa los recortes que anuncian la inauguración de la peatonal en 1971, la atención al público de Trenes Argentinos en galería Pacífico, más vale no seguir.

Varias semanas del 2009, no dos días, llevó filmar todo esto, y varios meses del 2010 le habrá llevado su montaje a la editora Alejandra Almirón. Autor, Sebastián Martínez, un paso adelante respecto a su anterior «Paris-Marsella». Películas para cotejar, «La chica de la calle Florida», 1922, del Negro Ferreyra, o «El dinero de Dios», 1959, de Viñoly Barreto, donde un tipo camina por Lavalle, se mete en un negocio y degüella a otro en pleno día. No todo tiempo pasado fue enteramente mejor.