Cenizas del pasado

Crítica de Alan Schenone - Proyector Fantasma

No se puede escapar del pasado

La venganza, el remordimiento, el problema entre dos familias que se entrelazan bajo un final inesperado y la violencia son lo que moviliza a “Cenizas del pasado” (Blue Ruin), de Jeremy Saulnier, a terminar de una vez con sucesos incompletos del pasado, pero a costa de un precio alto.

¿Hasta qué punto estarías dispuesto a llegar para defender a tu familia? Dwight (Macon Balir) es un héroe (y no tanto) anticuado y contradictorio: un vagabundo que vive en su auto, roba comida y ropa para sobrevivir, sin embargo, es una persona culta, que sabe leer y escribir. Al enterarse de una noticia relevante, decide volver de su éxodo de vida nómade lejos de su familia y amigos para hacer justicia por mano propia. Por un lado, por venganza y por poner las cosas en su lugar como también por defender la seguridad de su familia. La personalidad de Dwight no genera empatía, pero su objetivo final lo acerca más al espectador desde el plano moral.

Cenizas del pasado es la necesidad de cerrar algunos ciclos que lo acompañan y aterran a lo largo de su vida. Con dolor, sutura y muchos puntos, pero cerrarlos de una vez por todas. Es un film que camina por un puente flotante impulsado por la tensión de su protagonista: en su inquietud e ingenuidad por hacer (o no) lo que se propone, con muchos tropiezos al vacío derivados de su temor y miedo. Sin saberlo, este personaje empieza un círculo vicioso que culmina en el punto donde comenzó, es decir, volviendo a cometer el error que lo atormentó en un principio.