Cazador de demonios: Solomon Kane

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Entre la culpa y la violencia

Esta película está basada en el comic de Robert E. Howard (el creador de Conan) y cuenta con una producción generosa, escenarios majestuosos y música grandilocuente (Klaus Badelt). Cazador de demonios no es otra cosa que un batido entre Resident Evil y Van Helsing, con acción que no da tregua y un héroe oscuro de capa, espada y pistola en mano.

Salomon Kane (tal el título original) es un guerrero sanguinario que lucha contra las fuerzas del mal desatadas por Malaquías y su despiadado ejército. Refugiado en un monasterio intenta redimirse de sus pecados, le da dinero a la Iglesia y arrastra la culpa de haber dejado morir a su hermano, heredero del trono. Como todo héroe que se precie de tal, permanece alejado por poco tiempo de las matanzas y de la violencia (se une a una familia) y es provocado para volver al ruedo.

El film tiene algunos errores de continuidad, pero esto no opaca el vértigo de las luchas cuerpo a cuerpo, la sangre (digital) que sale disparada de las gargantas o la lograda escena del comienzo con demonios atrapados en espejos. El tono del relato apuesta en todo momento a la aventura, la fantasia y el terror (el sótano plagado de almas demoníacas) y sale airoso como entretenimiento.

El personaje interpretado por James Purefoy (encarnó a Marco Antonio en la serie Roma) está condenado a regresar y aparece secundado por actores de lujo como Pete Postlethwaite y Max Von Sydow, en el rol de su padre.