Cats

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

Lo único bueno de “Cats” es que al menos estábamos advertidos. La película basada en el famoso musical de Andrew Lloyd Weber tuvo críticas desastrosas en EEUU, y uno ya iba al cine con los ánimos por el piso. ¿Qué falla en “Cats”? Todo. Y es increíble que un estudio gigante como Universal —con los presupuestos y el personal que maneja— no haya tenido los suficientes filtros como para detener este armatoste a tiempo. En primer lugar, resulta inexplicable la elección del musical en sí. Los únicos musicales de Lloyd Weber que resistieron bien el paso del tiempo son “Evita” y “El fantasma de la ópera”. “Cats”, con su mínima trama y sus personajes básicos, quedó anticuado. Sólo se pueden rescatar un par de canciones (y claro que todos se saben el clásico “Memory”). En segundo lugar, la decisión de usar tecnología CGI para transformar a los personajes en gatos casi reales, con pelos y hocicos, resultó un desastre. ¿Buscar realismo en un musical que es puro artificio? Un misterio. Y en tercer lugar, el director. Tom Hooper es un realizador mediocre, más allá de que haya ganado un Oscar por “El discurso del rey” y que algunos hayan aplaudido su soporífera versión de “Los miserables”. Hooper pierde por completo la noción de narración cinematográfica. “Cats” es una sucesión de videoclips saturados de color y emociones impostadas hasta el hartazgo. Hay cuadros musicales con cucarachas bailando, con gatos que pretenden hacer reír por su gordura y otras escenas similares que provocan vergüenza. Grandes actores como Judi Dench y Ian McKellen acá son sólo carne de meme. Y el colmo es que Jennifer Hudson arruina el mismísimo “Memory”, cantando entre sollozos constantes.