Cato

Crítica de Ignacio Dunand - El Destape

En Cato conviven dos películas en una: de un lado es la historia de un joven músico que busca salir del contexto de pobreza en el que vive con su familia (su madre y su hermana), del otro, un thriller policial y de venganza. La sorpresa viene del lado del freestyler y trapero Tiago PZK, debutante en materia actoral, cargando con un rol dramático fuerte resuelto de manera creíble.

La ópera prima de Peta Rivero y Hornos es un tanto despareja ya que las narrativas cambiantes (las que se mencionaron en el párrafo anterior) no terminan de convivir en forma armónica, les cuesta relacionarse, son incompatibles. Loco, la canción estrella del filme, es el único hilo conductor entre los sentimientos, el dolor y la confusión que atraviesa el protagonista y los acontecimientos peligrosos que transita.

Al trapero lo acompañan Magela Zanotta, en el rol de la madre sufriente que desea lo mejor para su hijo, Alberto Ajaka, como el representante garca y ventajista de la Justicia (notable interpretación), y Daniel Aráoz. Este último compone a dos hermanos gemelos, los villanos, de forma caricaturizada y un tanto sobre actuada. No es el mejor rol en la trayectoria del intérprete, destacado por su versatilidad.

Los desniveles no impiden el disfrute pleno de Cato, un espejo de cómo el sistema impide que los sectores marginados progresen en busca de mejores condiciones de vida.