Caso 39

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

Diablito de barrio

Hay un efecto curioso en algunos films recientes con niños diabólicos como La Huérfana o la recién estrenada Caso 39, y es que parece colarse el mensaje de que ser solidario quizás no sea buena idea y que ayudar a un niño desamparado solo puede traer problemas. Se trata seguramente de un efecto no buscado que poco y nada tendrá que ver con los infortunios de la virtud o con una buñuelesca inutilidad de la caridad a la Viridiana, pero no deja de llamar la atención. De cualquier modo son varias las películas que últimamente han tocado el tema de los niños malignos, como la mencionada e interesante La Huérfana o las no tan interesantes Eden Lake y Susurros de Terror. Caso 39 comparte además con está última el hecho de optar por el lado sobrenatural del asunto.

Emily (Renée Zellweger) es una asistente social especializada en niños en situación de riesgo que se topa con el caso de Lilith, una niña que se siente amenazada por sus padres, un tipo de amenaza que parece ir más allá de la ya de por sí preocupante pero más frecuente violencia domestica. Emily realmente se preocupa por la suerte que Lilith pueda correr y, desoyendo recomendaciones superiores, sigue el caso hasta rescatar a la niña (con un policía a punta de pistola) del intento de los padres de encerrar a la nena en el horno (encendido, claro). Con los tutores legales tras las rejas y lógicamente imposibilitados de ejercer la custodia, y con la niña con destino cantado en una institución, Emily que, como corresponde a cualquier servidor público retratado por Hollywood sea policía o asistente social, se toma el caso de manera personal y pide la custodia de Lilith hasta que aparezca una familia sustituta. Al poco tiempo se dará cuenta que la nena no es tan inocente y no solo es una manipuladora de temer, sino que la gente que toma algún contacto con ella enloquece o muere de maneras horribles. Averiguando un poco más nos damos cuenta que la dulce niña no solo no es tan dulce sino que tal vez ni siquiera sea una niña en el sentido estricto sino una suerte de entidad demoníaca caprichosa y vengativa.

No era su rubro pero, si se hubiera interesado en temas esotéricos o antropológicos, ya Emily debería haber empezado por sospechar por el nombre de la niña porque, aunque no se lo mencione en ningún momento, es obvio que el nombre Lilith hace referencia a un celebre demonio de la mitología hebrea y mesopotámica. De hecho en algunas tradiciones se la menciona como la primera mujer de Adán (antes que Eva) de espíritu inquieto y por ende peligroso, mientras en otras se la sindica como la vampira originaria. Como sea, la Lilith que Emily se lleva ingenuamente a vivir a su casa empieza a manifestar sus intenciones cada vez más claramente y a manifestar sus poderes de manera también contundente, con lo que Emily se encuentra paradójicamente en la misma incomoda situación de los padres de la niña que acusaban la malignidad de la niña y solo conseguían victimizarla más y atraer las miradas de sospecha sobre sí mismos.

Es cierto que la historia no es nada original y el desarrollo es bastante previsible. Y sin embargo como film de suspenso tiene cierta efectividad y las escenas de mayor tensión funcionan aunque más por cierta habilidad u oficio en la realización que por un guión lleno de agujeros y obviedades (el guionista es uno de los responsables de asesinar Kairo, la gran película de Kiyoshi Kurosawa, con una remake desastrosa que aquí se llamó Latidos). Igualmente, aunque por algunos momentos sea capaz de mantener cierto interés o provocar cierta inquietud, no va a ser un film que se destaque de entre los ya muchos que utilizan el mismo recurso argumental. Lo que quizás logre es que uno lo piense mejor antes de abrirle las puertas del hogar algún posible monstruo sanguinario disfrazado de pobre angelito en apuros.