Casi un gigolo

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Sexo con precio

El oficio más viejo del mundo practicado por hombres se vio plasmado varias veces en la pantalla grande: Perdidos en la noche, con Dustin Hoffman y Jon Voight; American Gigolo, con un entonces jovencito Richard Gere; y Amante a domicilio, con Ashton Kutcher.

John Turturro (en su quinta película como realizador) escribió esta comedia pensando en Woody Allen como intérprete y ambienta la acción en pleno corazón de Nueva York, como también lo hubiese hecho el director de Manhattan.

El resultado es una comedia que aporta una mirada refrescante de humor directo para explorar la búsqueda de la felicidad y el deseo a través del dinero y el sexo -en ese orden- a partir de la decisión que toman sus protagonistas ante una complicada situación económica.

Fioravante (Turturro) se convierte en un Don Juan que atiende mujeres y ayuda también a su socio y amigo Murray (Allen), el cafishio de la historia que se encuentra en bancarrota. Parece que la sociedad da sus frutos mientras las citas se acumulan: desde una terapeuta encarnada por Sharon Stone (acá también con las piernas cruzadas) o una joven (Vanessa Paradis) con familia entregada con culpa a los brazos de Fioravante.

Dólares, pasión y la posibilidad de concretar un trío amoroso también desfilan por una trama en la que se destacan Sofía Vergara y Liev Schreiber. Casi un gigolo es un bienvenido producto en el que ambos actores se mueven con soltura, en medio de eficaces gags, y que aborda la prostitución masculina para espanto de la comunidad en la que viven. El film incluye una toma en homenaje a American Gigolo, con un Fioravante enmarcado por piernas femeninas.