Casa vampiro

Crítica de Miguel Fainstein Day - Leedor.com

Se preestrenó en BAFICI, What We Do In The Shadows se que se estrena hoy con el título Casa Vampiro.

Se trata de la última expresión del género del mockumentary, esa tradición de comedia reinada por Christopher Guest y más recientemente popularizada por exitosas series como The Office y Parks and Recreation.

El falso documental siempre atrae a personajes ridículamente ambiciosos con una confusión entre el sentido de trascendencia y la fama que nunca terminan por reconocer su lugar en el mundo. El hecho de ser los protagonistas de un “documental” les permite pensar, con cierta razón, que mostrar el mundo como ellos lo ven, mostrar sus relaciones como ellos creen haberlas creado, puede ser interesante para el espectador, mientras que al mismo tiempo, ellos, para nosotros, son el chiste final de sus propias realidades.

En esta película, dirigida y escrita por Taika Waititi y Jemaine Clement, un equipo cómico neozelandés, el género se entretiene con un nuevo sujeto de estudio: una casa de vampiros. Irreales como son, entre chistes, logran dar cuenta de cuanto nosotros -sus creadores- sabemos sobre su cultura, a través de la más reciente ola del género de los vampiros.

Los integrantes de la casa son Viago (Taika Waititi), Vladislav (Jemaine Clement), Deacon (Jonathan Brugh), and Petyr (Ben Fransham). Los tres primeros salen de caza por las noches, sin talento para los disfraces, o, más precisamente, para aprender sobre las nuevas modas, terminan por salirse con la suya por la heterogeneidad del mundo contemporáneo.

Viago, 379 años, es quien nos introduce en la casa y sobre sus miembros. Es gentil e incómodo, a veces comprende que las cosas que dice pueden ser tomadas a mal por un ser humano que tranquilamente podría ser su víctima, pero nunca parece saber exactamente que parte de todo lo dicho es el problema. Vladislav, 862 años, su comportamiento es atávico, todavía cree en la esclavitud, por ejemplo, y dice que eso es lo que le falta a la casa cuando en la primer escena los vemos discutir en la cocina sobre la pila de platos que llevan cinco años sin lavar. Deacon es considerado el más indisciplinado y rebelde por ser el más joven con 183 años.

Entre todos no reúnen una sabiduría valiosa, y tienen tantos problemas con su pasado como a la edad en que fueron convertidos. Viago va a tomar ventaja del hecho de que sigue viéndose joven para conquistar a una chica que se le escapo hace años, cuando ya era vampiro, y que ahora es vieja. Vladislav todavía está obsesionado con su exnovia, a quien llama “la bestia”, y a lo largo de los años le ha llenado la cabeza de historias a sus compañeros sobre las batallas épicas que mantuvo con ella. Por supuesto, cuando vuelva a verla, va a intentar ganarla de nuevo.

Un nuevo integrante se suma a la casa cuando traen a dos invitados, una mujer y un hombre, Nick (Cori Gonzalez-Macuer), que es un exnovio de Jackie (Jackie Van Beek), la sirviente de Deacon que tiene prometido ser convertida en vampiro pero su maestro siempre le hace un truco mental cada vez que ella quiere hablar del tema. El plato de esa noche, la chica y Nick, no va a resultar en la mejor cena. Primero quieren asustarlos con trucos que los hagan saber que están en casa de vampiros, pero todos les salen mal, a pesar de los años de práctica. Más tarde, Nick consigue escaparse después de que entre los tres no consigan capturarlo, a pesar de que todos tengan poderes y, obviamente, conozcan mejor la casa. Pero una vez que Nick logra salir al patio, Petyr, el vampiro de 8000 años que vive con ellos, lo caza y accidentalmente lo convierte.

Nick, de ahora en más, “Nick el vampiro”, felizmente le cuenta a todos sobre su nueva condición, porque supone que esto lo hace más sexy y popular, aunque lo debería haber mantenido en secreto para no atraer a caza vampiros y, obviamente, cristianos.

What We Do In The Shadows no es tan sutil como las películas de Christopher Guest, pero la razón es simple: paga homenaje a b-movies y el gore. Empaquetada de chistes y gags que nunca se exceden en tiempo o repetición, siempre funciona. Fue la más cómica del BAFICI y se estrena hoy.