Casa Coraggio

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

De los documentalistas argentinos en actividad, Baltazar Tokman surge como uno de los más preocupados en indagar dentro del ámbito de la familia, sin jamás renunciar a la honestidad. Planetario (2011) y I am Mad (2013) son dos buenas muestras. En Casa Coraggio (2017) toma un rumbo distinto, ya que agrega elementos de ficción.

La cámara sigue a Sofía en su regreso a la ciudad de Los Toldos, provincia de Buenos Aires. Allí se reencontrará con su padre, a quien ayudará en las labores de Casa Coraggio, compañía funeraria de la que la familia es dueña. A su vez, se reencontrará con familiares, amigos y hasta habrá oportunidad para el amor.

Los Coraggio son padre e hija en la vida real, lo mismo que la empresa, de modo que Tokman se adentra en el funcionamiento de la funeraria (incluyendo preparativos de los cuerpos en los féretros), pero más se centra en la vida de sus responsables y en quienes los rodean. El punto de vista se concentra mayormente en Sofía, quien se debate entre seguir el ya extenso mandato familiar y hacer su propio camino. De esta manera, se genera un contraste entre el ámbito donde predomina la muerte y otro rebosante de cariño, sueños, alegría, movimiento, amor.

Aunque las participaciones de los actores que componen al resto de los personajes podría haber estado mejor ensamblada con el resto, Casa Coraggio no deja de ser la búsqueda interesante de un director siempre atento a lo más íntimo de la condición humana.