Casa Coraggio

Crítica de Javier Mattio - La Voz del Interior

La alegría de los muertos

En Casa Coraggio Baltazar Tokman muestra a una familia verídica dueña de una ancestral funeraria de pueblo, entre la ficción y el documental. Se exhibe en Cineclub Municipal Hugo del Carril.

Una familia ubicada literalmente entre la vida y la muerte es el fascinante eje de Casa Coraggio, quinto filme de Baltazar Tokman (I am mad, Planetario). Y es que el hogar pueblerino al que Sofía regresa en verano es una funeraria fundada por sus ancestros en el siglo 19, y así los hábitos domésticos están divididos sólo por una puerta de los ataúdes brillantes donde se acuesta y prepara a los recién fenecidos. Lejos de cualquier morbidez, drama, comedia o humor negro a lo Six feet under, el mérito de Casa Coraggio está en naturalizar esa convivencia entre planos en apariencia irreconciliables con pasajes y correspondencias de cotidiana luminosidad.

“Desandarás el camino de tus antepasados” es la frase oída en un sueño que evoca un familiar, mientras que el brazo de Sofía lleva tatuado el lema spinettiano “Mañana es mejor”. De la misma manera, el pueblo Los Toldos donde opera el servicio fúnebre (que recepta misteriosamente todos los años la misma cantidad de muertos, 150) es conocido como “la capital de la alegría”: en Casa Coraggio conviven la fiesta y el velorio, la vejez y la juventud, el pasado y el futuro, la pulsión de vida y la de muerte. El padre de Sofía sufre del corazón y observa el sol caer consciente del carpe diem, el maquillaje sirve tanto para embellecer cadáveres como adolescentes que celebran sus 15, Sofía comparte diálogos retrospectivos con su madre y abuela y recuerda a su tatarabuela de origen mapuche, el amor nace entre las tumbas y los fantasmas son el tema de conversación de un asado. En Casa Coraggio el fin de la existencia es un elemento vital más, una instancia asumida como rito, negocio y providencia.

Otra superposición, la de ficción y no ficción, define el registro del filme, en tanto Sofía y los demás personajes se reparten roles verídicos y ficticios. Tokman anuncia esa doble naturaleza al inicio. El gesto es innecesario como lo son algunos insertos sonoros y actuaciones forzadas, si bien la hibridez sale adelante y sella la extrañeza de Casa Coraggio, que fusiona dos tópicos del cine independiente argentino (la juventud en el pueblo y el hallazgo documental) como si sólo una pared los separara.