Casa Coraggio

Crítica de Francisco Noriega - Cinemarama

Bastante se ha dicho (y aunque no se haya dicho, siempre fue una intuición, desde los comienzos del cine) del límite más bien difuso entre la ficción y el documental. La idea ¿inocente? de que un documental es un reflejo fiel de la realidad y no una construcción narrativa como cualquier otra, hoy en día, está más desacreditada. Lo interesante es que el efecto de un documental, aunque sepamos que es ficción (de otro tipo, pero una construcción ficticia igual) sigue siendo distinto al de una película, digamos, tradicional. La ilusión de verdad sigue estando, hay un pacto distinto con el espectador. Lo bueno de entender este efecto es que puede aprovecharse como recurso dramático en cualquier tipo de película. El ejemplo paradigmático, me parece, es Close-Up, de Abbas Kiarostami, que ficcionaliza un hecho real, pero usando de actores a los protagonistas reales del hecho. La distinción entre lo real y lo ficticio termina siendo de una vaguedad maravillosa.

Casa Coraggio hace algo bastante parecido. Sofía, que está viviendo en la ciudad, viaja a visitar a su familia en Los Toldos. La película mezcla actores con personajes reales, articulando un relato clásico, construido alrededor de situaciones que, en el sentido original de la palabra, son documentales. Sofía, que es tanto actriz como personaje real, revive su infancia a través de su familia como del pueblo mismo. Llegamos con ella a la casa de los Coraggio (ahora Urosevich, en realidad), una familia que maneja desde hace varias generaciones la funeraria Casa Coraggio. En el transcurso de la película Sofía entiende, a partir de conversaciones con su abuela, con su padre (conversaciones, intuimos -pero en definitiva no importa-, reales) que debe quedarse en Los Toldos y abandonar su vida de ciudad para hacerse cargo de la funeraria.

El gran mérito de Casa Coraggio es que no se limita a la curiosidad de que sus personajes no sean actores: la película funcionaría de igual manera si no conociéramos la naturaleza de la premisa. Es un relato íntimo, de nostalgia pura, con personajes entrañables y con la frescura que da un excelente manejo de la mezcla entre no-actores y actores, aunque a veces se note que algunos de los primeros se dan mejor maña que otros.