Cartero

Crítica de Marcelo Cafferata - Lúdico y memorioso

Emiliano Serra, que había presentados sus primeros trabajos con los documentales “Ecce Homo” (2004), “La Raulito, Golpes bajos” (2009) y “Operación Cóndor” (2018) abandona el formato documental para pasar a dirigir su primer largometraje de ficción, «Cartero» (2019), contándonos una historia donde él mismo reconoce su etapa adolescente, que tiene múltiples rasgos autobiográficos, los que han sido justamente el motor para que la historia gane cuerpo en el guion que él mismo firma junto a Santiago Hadida.

Es el retrato de Hernán Sosa (un protagónico absoluto para Tomás Raimondi, jugando en cierto modo a ser un alter ego del director y sus vivencias de aquel momento) que accede, mediante los contratos típicos de la década del ’90 en pleno menemismo, a un trabajo en el Correo Central con un salario mucho más bajo que los operarios de planta permanente.

Serra, claramente conocedor del tema por su historia personal, durante toda la primera parte del filme, describirá acertadamente ese microcosmos tan particular, describiendo el oficio, las tareas y la cotidianeidad de los carteros que son los compañeros de trabajo de Hernán (entre los que vale destacar el trabajo de Jorge Sesán, a quien vimos en “Pizza, birra, faso”).

Así aparecerá la figura del veterano, profundo conocedor del oficio en la figura de Sánchez, un cartero de vasta trayectoria, sindicalista y que ya está a punto de jubilarse.

Sanchez –un personaje que crece enormemente en la brillante actuación de Germán de Silva- primeramente presentará una fuerte resistencia ante el novato. Ellos cuentan con pocas referencias, no saben si viene recomendado por alguien o cómo es que accedió a ese puesto en medio de la crisis laboral que atraviesan y desconfían y reniegan de estos nuevos trabajadores que en cierto modo, como mano de obra más económica, vienen a “quitarles” sus puestos de trabajo.

Pero poco a poco, va cediendo posiciones y con un aire paternal y contenedor, le irá enseñando el oficio y de esta forma, se generará un vínculo que es pura química en la pantalla y es, indudablemente, uno de los mayores aciertos del filme.

De esta manera “Cartero” presenta como uno de sus ejes narrativos, el hecho de ir aprendiendo un oficio que, en este caso, implicará además comenzar a conocer la calle: una geografía que para Hernán, un chico de provincia, primeramente se muestra hostil y algo peligroso y que luego él mismo logrará “camuflarse” entre la gente y logrará formar parte de una ciudad que en un principio se presentaba como un territorio desconocido.

Pero Serra no solamente presenta este mundo del Correo sino apenas Hernán salga a la calle, aparecerán dos líneas argumentales que se van alimentando una a la otra para ir potenciando la historia.

En su recorrido habitual por los edificios de oficina, Hernán se siente fuertemente atraído por una chica que trabaja para una empresa que no está estrictamente dentro de su zona de reparto, situación que provocará ciertos conflictos secundarios, cuando con el objetivo de tratar de verla se inmiscuya –fuera de todos los códigos del oficio- en una zona que no le pertenece.

Por otra parte, esa presencia omnisciente de la calle hace que el guion trabaje sutilmente pero con una fuerte presencia a lo largo de todo el filme, del escenario político en el que se desarrolla la historia -finales de los ’90- un periodo de escasez laboral, de retiros voluntarios, de achicamiento del Estado y feroces privatizaciones.

Por lo que algo de ese clima que se respira en la calle, hace que “Cartero” invite transversalmente a trazar una comparación de aquella crisis con la actual, de una época con aristas que parecen repetirse en el hoy y que justamente nuestra propia ciudad, el centro porteño, el Bajo y la zona de Plaza San Martín –en un excelente trabajo de búsqueda de locaciones- tiene zonas en donde prácticamente parece haber quedado detenida en ese momento.

Es decir, que si no fuese por la ausencia de tecnología, celulares y computadoras, que cuidadosamente la producción ha evitado, perfectamente Hernán podría estar recorriendo esas calles hoy, cruzándose con la gente durmiendo a la intemperie y vivenciando los problemas económicos y laborales de algunos de los personajes satélites a los que les entrega correspondencia (excelente participación de Germán Palacios, un delicioso personaje a cargo de Marta Lubos y un guiño cómplice con la presencia de Edda Bustamante).

El director va buscando anclar en lo simple, en describir ese cotidiano en el que lo iremos acompañando al protagonista, su proceso de crecimiento tanto en lo laboral, en la supervivencia en la ciudad, en sus aspiraciones de progreso –los vemos además cursando en la Universidad-, sin dejar de lado la presencia de la historia romántica que irá cerrando hacia el final del filme –con una pequeña escena que es un cortometraje en sí mismo y que redefinirá gran parte de la historia-.

Emiliano Serra en su debut en la ficción logra crear climas a través de una mirada que conjuga lo humano, lo laboral, lo sentimental y sobre todo, nutrido de un particular contexto político.

Vale destacar la hermosa música de Gustavo Santaolalla que acompaña y cierra generosamente la película y un trabajo muy homogéneo del elenco que acompaña en pequeños secundarios a Tomás Raimondi, quien sostiene un protagónico absoluto por el que ha obtenido una mención en el BAFICI y ha ganado el premio Carlos Carella en la Competencia de Operas Primas en el MAFICI.

POR QUE SI: » Emiliano Serra en su debut en la ficción logra crear climas a través de una mirada que conjuga lo humano, lo laboral, lo sentimental y sobre todo, nutrido de un particular contexto político «