Cartas a Julieta

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Con un espírtu romántico a toda prueba, Cartas a Julieta narra dos historias de amor lejanas generacionalmente pero muy cercanas afectivamente. Una corresponde a una casi utópica búsqueda amorosa de cinco décadas atrás, y la otra a una suerte de triángulo que se irá despejando a medida que avanzan estas tramas que se desarrollan en forma paralela y funcional. La película, que mayormente se desarrolla en un deslumbrante marco que abarca Verona, Toscana y otras locaciones itálicas, arranca en Nueva York con Sophie, una joven aspirante a escritora que viaja a la península junto a su novio (un Gael García Bernal muy secundario y algo esquemático), y descubre que todos los años miles de cartas llegan a una casa que presuntamente inspiró a Shakespeare a escribir su legendario Romeo y Julieta. Ella se suma a un cuerpo de voluntarios que se encarga de responderlas y responde con tal convicción una escrita hace cincuenta años, que motiva a una mujer muy mayor a viajar a Italia a buscar un antiguo y perdido amor. Dotada de toques quijotescos y aún despojada de conflictos sustanciales, Cartas a Julieta escapa a otras historias remanidas del género, entretiene y llega a emocionar. El talento de Vanessa Redgrave y la belleza –consustanciada con el entorno- y carisma de Amanda Seyfried redondean la propuesta.