Carrie

Crítica de Elena Marina D'Aquila - A Sala Llena

High School Musical meets Destino Final

Hay películas que por más años que tengan, nunca pierden su poder de impacto en el espectador. Carrie de Brian De Palma es una de ellas. Hablamos de una conjunción de elementos que funcionan en una armonía perfecta: la banda sonora de Pino Donaggio -empapada de un lirismo melancólico-, el tono operístico y exacerbado puramente depalmiano, y actuaciones descomunales. Todo estaba planteado desde aquel prólogo en las duchas, ese inolvidable travelling por el vestuario donde se introduce la desnudez femenina con planos detalle de Sissy Spacek enjabonándose. Ese prólogo es dueño de una sutileza y un nivel de virtuosismo estético que impacta. En la remake de Carrie, a cargo de Kimberly Peirce, no hay sexualidad, no hay tensión, ni se crean climas. Peirce se propone copiar plano a plano la versión original en una suerte de versión ATP pero sin ningún vestigio de virtuosismo técnico, estético o narrativo. Peirce reproduce pero no sabe qué, ni cómo o por qué. De hecho, hasta copia la escena más floja de Carrie -la de los smoking- con una música pop electrónica que no aporta nada más que otra mala decisión a la película...