Carol

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

De pasiones desatadas
Una historia de amor entre mujeres, con Cate Blanchett y Rooney Mara sacándose chispas.

Mucho ha cambiado de 1951 al presente. Patricia Highsmith escribió El precio de la sal bajo un seudónimo: recién en 1989 se imprimió como Carol, y con su nombre. Una historia de amor, de pasión, entre dos mujeres, era tal vez demasiado para la época. Y si además la resolución iba más allá...

Pero lo que era casi prohibido por entonces, ahora es visto desde otra perspectiva. Y Todd Haynes, el artista de Velvet Goldmine, y especialmente Lejos del Paraíso, la narra desde hoy, pero ambientándola como la novela original, y hasta rodándola con un aire de clasicismo que subyuga y conmueve.

Carol, una mujer casada, de la alta sociedad, conoce a Therese, una vendedora de una tienda. La señora, se adivina, tiene experiencia en pasiones, algo que la jovencita no sabe cómo sobrellevar. Haynes marca la encorsetada tirantez de la sociedad estadounidense de los años ’50 y la timidez de Therese, y cuando el entusiasmo deje lugar al arrebato y estalle con vehemencia, el erotismo será cuidado, pero concreto. Real. Perceptible.

Lo que entrega Haynes es algo así como un embrujo. Hechiza al espectador, pero primero a Therese, en su confusión sexual, ya que tiene novio.

Carol, la película, no tiene ataduras.

Cate Blanchett da una clase de actuación. Enfundada en el vestuario de Sandy Powell, es toda una señora, pero también toda una mujer. Sabe balancear la pasión con el miedo (a perder a su amante, a perder a su hijita) y tiene eso que se llama presencia: cada vez que irrumpe en escena, como Katharine Hepburn, se nota.

Rooney Mara está a kilómetros de la Lisbeth de Millenium, y por eso mismo su labor se acrecienta. Modosa y recatada como es Therese, es el personaje que cambia, que crece y que se iguala a su par.

Sería otro tema de discusión cómo es que Carol quedó fuera de las nominaciones más importantes del Oscar, como mejor película y director, si será que a la Academia definitivamente no le cae bien Haynes, pero no por ello habría que perderse esta valiosa película. Todo lo contrario.