Carancho

Crítica de Juan Pablo Ferré - CinemaScope

Con ustedes, Pablo Trapero

Oscuridad. Sangre. Paisajes tortuosos. Suciedad. Soledad. Situaciones límite, personajes al límite. Condimentos suficientes para que una historia cobre un marco destacado. Pero no lo lograría sin un guión sólido, contundente, muy original, y un director con sabiduría para tomar las riendas de una película que se podría ir por las ramas en cualquier momento y nunca lo hace. El resultado: Carancho es un peliculón.

Hay quienes dirían que Trapero hace un cine visceral. Otros opinan que hace un cine “de mierda” (como dijimos en la reseña de Leonera), porque muchas veces nos “somete” a situaciones angustiosas y nos hace sufrir con cada fotograma. Es difícil determinar si lo que hay en sus historias es un regodeo en la miseria de los personajes y el morbo de mostrarlos en sus peores penurias o si simplemente la magia de su cine está en hallar historias particulares, originales y narrarlas de la manera más verosímil que puede, pero podríamos apostar más a esta última opción.

Si hay algo en donde se destaca Trapero en este filme es en la calidad de su trabajo para captar la historia, para lo cual utilizó un arsenal de herramientas a las cuales no nos tenía acostumbrados. La cámara en mano es una fija en su filmografía, pero no así los planos secuencia, los efectos de posproducción y los primerísimos primeros planos para contar escenas cuya acción transcurre fuera del plano que vemos. Estos acercamientos extremos a los rostros de los personajes nos cuentan mucho de ellos, pero también nos ayudan a comprender la sensación asfixiante de sus vidas, de andar siempre al filo de la navaja, pendiendo de un hilo. Trapero maneja la cámara con sobriedad, solvencia y mucha astucia para brindarnos un producto de altísima calidad cinematográfica.

Tanto Darín como Gusman han demostrado previamente todo su talento, y aquí lo corroboran con un gran trabajo. Lo de Ricardo es sencillamente brillante, no hay hoy en día un actor como él, tanto por lo que transmite en pantalla como por lo que genera en las boleterías. Muy pocos argentinos no aman a Darín, y se lo tiene merecido. Gusman, en cambio, es una actriz de una trayectoria muy corta, que siempre trabajó para su marido (es la esposa de Trapero) y que siempre ha tenido trabajos destacados. En Leonera, se comía la película. Aquí tiene un papel un tanto más difícil de abordar, puesto que los distintos conflictos que atraviesan al personaje podrían hacernos creer que el “piloto automático” en el que vive sea parte de una mala actuación, y no de la adicción a las drogas o de sus insoportables trabajos de madrugada. Pero sobre el final, cuando la tensión supera todos los automatismos, nos encontramos con escenas estupendamente interpretadas por el elenco y en donde se vuelve indudable una vez más todo su talento.

Las locaciones elegidas para filmar la película son poco menos que perfectas. El director supo retratar toda la atmosfera de la noche, la calle y la corrupción que engloban, seleccionando los lugares maravillosamente. Tanto el hospital como las calles elegidas nos sumergen instantáneamente a esos ambientes sin necesidad de artificios.

Seguramente Carancho quedará en los rankings de este año como una de las mejores películas nacionales y todo lo dicho serán argumentos convincentes para que así sea. Trapero una vez más logró participar de Cannes con su película, y pese a que no ganó, es otro de los mimos que se merece por ser uno de los directores más originales, creativos y profusos de nuestro país.